martes, 11 de junio de 2013

Entrevista a Doña Gaby

Es una mujer con gran seguridad, pero que cuando ríe se tambalea como una gelatina mal cuajada. Su risa se diferencia de toda su constitución física, porque ella es grande mientras que de su boca sale un ruido juguetón que termina contagiándote. De hecho, sonrió cuando la abordé en el vagón de en medio de la línea 3 del metro. Estaba sentada en el asiento reservado con un libro pequeño sobre las piernas. Me quedé parado frente a ella, sólo sonrió y regresó a lo suyo en las letras. No me acerqué hasta dos estaciones después, entraban personas que me hacían pesar en lo absurdo de la situación y la probable violación a su privacidad; cuando salieron me dirigí con la mayor cautela. Con toda naturalidad me coloqué en el pasamanos que estaba a su derecha. Otra vez subió la mirada y mandó una mirada indescifrable con una sonrisa todavía más extensa que la anterior. 

- No sé cómo decir ésto, pero usted se me hace conocida. La he visto en algún lugar. No quiero ofenderle, ni molestarla, pero usted es famosa... creo -. Todo el aire del vagón parecía que había sido agotado por mi. Sólo faltaban unos metros para llegar al siguiente andén, tenía el tiempo suficiente para escuchar una respuesta satisfactoria o unos segundos para ser increpado con groserías y salir apenas se abrieran las puertas. 

- Puede ser. Depende - Asintió sin ningún conflicto. Sus pestañas cerraron dos veces seguidas. 

- Bueno, es que, desde que me subí no he podido dejarla de ver. Primero me pareció imposible, pero ahora no tengo dudas cuando estoy frente a usted -. Comenzaba a sentirme tranquilo. Sentía el aire que se colaba por la ventana.

- Pues sí. Me llamo Gabriela Martínez - Cuando se presentó lucía más orgullosa que inquieta o molesta. Acomodó todo su cuerpo con más ganas sobre el asiento reservado.

- En serio, es algo que me causa varias sensaciones, por una parte, y con todo respeto, tengo muchas ganas de reírme, y por otro lado, estoy intrigado -. Traté de ser lo más elocuente posible.

- Pero fue algo muy sencillo, nada que no haría cualquier persona. Sí fue embarazoso cuando me enteré porque mis hijos se molestaron conmigo, pero luego expliqué las circunstancias y todo pareció entendible para ellos -. Tanto su mirada como las oraciones tenían ese sello de confianza.

- Ahora entiendo. Tiene toda la razón, pero no se molestó cuando se vio arriba en la red, con millones de espectadores sobre sus senos, chicharrones, quiero decir -. Pelé los ojos cayendo en cuenta que estaba usando La Palabra.

- jajajaja pues era raro al principio. Me indigné, luego supe que muchos hombres y mujeres veían el video sin ninguna malicia. Ponían comentarios sexuales, que me halagaban; otros simplemente eran juego, haciendo broma sobre lo chusca que puede ser la sexualidad -. Dos veces usó la palabra sexual y ya no podía apartar mi vista de sus chicharrones. Eran dos senos en forma de bolillo, extendidos horizontalmente.

- No sé qué pensar, quién sabe si yo podría verme teniendo sexo, y que todos me vieran, en la Internet -. Cuando terminé la oración mi vista estaba absorta en aquel escote negro. Pensé que, probablemente, son unas de las chichis más conocidas del país. - ¿Cómo maneja todo esta imagen de usted porque en algún punto es un referente sexual en México ? -.

- No es algo que yo hubiera pedido, pero como te dije, no tengo ningún problema sobre lo que piensen de mi. Son meras aproximaciones, nadie conoce a Doña Gaby. Y está bien que sea en juego erótico lo de mis chicharrones. No te vayas con la finta, muchos quisieran estar conmigo. Porque ya me ha pasado. Salgo de la casa y paso frente al sitio de taxis y todos con la mirada sobre mi. Es algo que me halaga -. Me ha convencido porque no deja de mirarme con atención, hace movimientos irreales con los labios cuando se dirige hacía mi.

- ¿Y dónde conoció al hombre de la grabación? Él es realmente la persona que la ha hecho famosa, y me refiero, a quien probablemente subió el video y sobre todo dejó huella en las relaciones de cama -.

- Era encantador. Un gran hombre. Un mejor amante. Le grité de todo y lo amenacé con chantaje porque no creía que subiría el video, me dijo que no, que sólo sería para él, incluso se grabó la cara, ahora sé que no. En caso de que el no lo subiera, fue algún conocido, a lo mejor lo pasó de celular a celular hasta que alguien terminó poniéndolo en línea. Pero sí, era muy bueno en lo suyo... me refiero a los taxis, una persona promedio para el sexo, muchas palabras y poca acción... La primera vez lo conocí en el sitio de taxis del mercado, estaba ahí con unas gafas oscuras, la camisa a medio abotonar y guantes de piel. Era un viejo panzón sin nada que ofrecer, pero era amable; esa vez me ayudó a subir las bolsas al carro y me llevó a mi casa sin cobrarme. Cuando caminé hacia la puerta me dijo, bien claro lo recuerdo: "Adios nalguita". Me llené de una ira ficticia, le grité mientras arrancaba el auto, pero en realidad estaba halagada por un cumplido tan osado y lleno de galantería en algún punto.

Estaba desconcertado por tales afirmaciones, qué de provocativo hay en tal verborrea. Y luego pensé en las parejas swinger, el masoquismo, los pies, los tacones, el latex, los dinosaurios y el hentai. De hecho lo asumí como algo natural en el flirteo.

- ¿Osea que fueron los piropos el inicio de todo?

- Se podría decir que sí. Aunque hubo más. Me paseó gratis en el taxi, me llevaba a la escuela a recoger a mis hijos, al mercado ida y vuelta, al tianguis, al parque, a cualquier lado que le pidiera.

- ¿Y entonces?

- Bueno. Me aproveché de él y a cambio debía retribuir con algo. No bastó que le dejara apuntar con el espejo sobre mis piernas o que me tomara fotos mientras me agachaba sobre la cajuela. Le dejé ver mis piernas un poco más arriba, le daba algunas caricias entre las piernas y cosas de ese estilo.

- Fue un tipo de amante, quiero pensar. No está casada o con pareja, o si.

- No para nada. Si estuviera comprometida tendría que haberme fugado con ese video por todos lados.

- Me dijo sobre sus hijos cómo tomaron el video, pero en su escuela, por ejemplo, sus compañeros, amigos.

- Pues sí fue un error muy costoso en ese sentido, pero parece que ya se apagó la euforia. Aunque la mayoría de las burlas fueron entre compañeros, ninguna queja de los padres. A lo mejor no tenían el valor de confrontarme. Qué podrían decirme si yo no he mostrado vergüenza y por mero morbo van más padres a la firma de boletas. Me voltean a ver con desprecio en ocasiones, pero al final nadie dice más, porque las cosas no se tratan por su apariencia.

- Ya veo, pero su apariencia ha sido el meollo de todo el asunto, tan explícitas las imágenes como florido y lleno de color el recital en el taxi.

- Fue una bobada todo lo que pasó ahí. Estaba feliz y cachonda. Qué más podría decir sobre eso. A lo mejor no son las comparaciones más poéticas del mundo, pero son reales y honestas. No hay un vocabulario para el sexo, son chicharrones, tetas o bubis. Las usan taxistas, jóvenes y estúpidos.Y no deja de ser un halago, cada uno a su manera de ser.

- Sí. Tiene razón. Aunque no creo que sea un lenguaje que todos quisieran usar o recibir en el acto.

- Hay de dos sopas, los que hacen del sexo un rito divino o cuando es por puro placer y desmadre. Ahí las mujeres que se quieren aguantar hasta encontrar el hombre indicado y todo eso; o las que no tienen ningún problema con el sexo casual y ocasional. Y al final la mayoría de las personas terminan en conflicto, porque hacen del sexo una rutina monótona y aburrida o se decepcionan porque nunca encontraron a dios en un pene.

- Vaya Doña Gaby!!! Estoy sorprendido. ¿Y de dónde vienen todas esas reflexiones?

- Bueno, tu eres un chamaco pendejo. Ya me tengo que bajar.

Doña Gaby se hizo camino entre la muchedumbre, bajó del vagón y se perdió entre miles de personas que tal vez la han visto y no se daban cuenta o disimulaban. Personalmente no la vi tan bien como para regalarle tantos cumplidos.