jueves, 31 de julio de 2014

!A comer¡

Entró al cuarto abriendo la puerta con delicadeza, tratando de achicar con la mirada el rechinido de las bisagras. Estaba dormida, tomaba la siesta que desde hace tres años comenzó a afianzarse como un hábito nuevo. No importaba el día, siempre la encontraba reposando el entrenamiento que la dejaba molida. Las primeras veces cerraba la puerta con seguro para evitar que alguien la despertara, pero en los últimos meses permanecía entreabierta; los pocos centímetros que había de abertura eran los justos para admirar todo el panorama, el ángulo de visión trazaba una línea recta desde el iris hasta un trozo de carne que asomaba húmedo por un resquicio que el calzón no lograba cubrir. Uno de sus labios le saludaba, “Hola” imaginó que decía. Caminó sobre la alfombra y cuando llegó a la cama presionó con el índice el colchón para ver si alguna vibración llegaba hasta ella y le despertaba. No pasó nada, la habitación, la casa, y seguramente el barrio, permanecían inmutables. Después puso el puño, todo igual. Se sentó con más confianza hasta quedar completamente integrado en el colchón, con los pies flotando. Aventó los tenis procurando impactar el mueble del televisor "a ver si escucha". Nada. Se acomodó en flor de loto sobre la cama para observar con detenimiento la habitación.
Cuánto no sabía de ella, se preguntó. Tantos elementos compartidos y otros incompatibles, los gustos por la música no convergían en ningún punto, por ejemplo. La música instrumental en un lado y la lírica siempre presente por el otro. Distancias políticas, abismos filosóficos y rupturas teológicas. Un dios omnipresente para ella, aún tendida en la cama; un mundo ateo, material y finito para él. Sólo hasta los últimos años fue cuando puso toda atención en ella. Habían compartido el preescolar, la primaria, la secundaria y ahora el bachillerato, pero sólo en esta última etapa encontró la felicidad que jamás había buscado en ninguna otra mujer. Y sabía que era amor porque era algo crepitante las veinticuatro horas; en un principio trató de resistirse a la sensación; evitaba encontrarla en los pasillos, y cuando era necesario entablar una conversación, lo hacía con tono amable sin evidenciar interés. En el transporte recargaba la cabeza sobre el vidrio con los audífonos puestos. A veces eso era peor, pues pensaba en sus piernas, cómo se veían en shorts; en las reuniones familiares trataba con todos para ocultar cualquier chispazo, algo que lo delatara. En varias ocasiones sintió vergüenza frente a sus amigos, pues él mismo había forjado una imagen de insensible, pregonaba: "Para qué una mujer, te quitan el tiempo de otras cosas más importantes". No era ninguna actitud compuesta de misoginia ni mucho menos, era una creencia firme, porque hasta entonces las mujeres carecían de cualquier atractivo, pero ella no. Y con el tiempo creció hasta volverse incontrolable. Ya no sólo desbordaba felicidad, se sentía corrompido por los celos; sin duda ella salía con otras personas, algo que él no podía tolerar.  
Miró sus piernas, siempre le habían fascinado; en la superficie había una capa fina de bello, apenas visible a contraluz, pero sensible al tacto, ligera como talco, muy estimulante. Sobrevoló con el índice varios segundos hasta presionar puntos específicos: la pelvis, la cadera, las nalgas... Subió la falda y ahí estaba de nuevo la sonrisa que tantas veces le había invitado a entrar a la habitación en horas de siesta. Tantos meses habían pasado sin aburrirse del mismo juego, entrar a hurtadillas con todas las concesiones para mirar y tocar. Reglas bien definidas.  Todo sincronizado, las pantis, la sonrisa, las ilusiones, las fantasías, el amor. Sólo que cada vez ella resistía más, dormía con mayor profundidad, no despertaba hasta que hubiera un movimiento más que la semana anterior. Hoy no despertaría simplemente con caricias, pensó. Se extendió sobre ella, después recogió todo su cuerpo hasta quedar de rodillas sobre la cama y frente a ella; tomó una de sus piernas, bajó la media y la tiró al piso, después la siguiente. Soltó breves lengüetazos al labio que asomaba, cada una de sus papilas recogía el sabor agrio; disfrutó durante algunos minutos la aspereza, antes de escuchar un ruido. Alguien había llegado. Giró la cabeza hacía la puerta semi abierta, palideció, pero caminó lentamente hasta ella y cerró con seguro. Levantó los tenis, se sentó nuevamente sobre la cama; antes de ponerse el primero,sintió unas piernas como tenazas que apretaban su cuello. Cayó tendido con la espalda hacia el colchón y ella con el pubis sobre la coronilla, reptó hasta los pantaloncillos, sacó el miembro y en una maniobra muda dejó su vulva disponible. Ambos mamaron tanto del otro en un reto de silencio y placer. No terminó ninguno, los cuerpos se desprendieron. Ella caminó casi flotando hasta el buró, desde ahí gritó mientras sacaba un condón. "¿Eres tú, ma?". Una voz respondió casi inaudible. "Sí, mi amor. Ya va a estar la comida". Regresó con una pisada firme sin importar el ruido, pidiendo con el dedo índice que se acercara; él caminó obediente, acomodó los brazos detrás de la nuca, adelantó su miembro hasta ella y guiñó el ojo. 
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La primera vez que se propuso ir contra toda convención se sintió aterrorizado. Lo hizo porque percibía cierta correspondencia. Varios días pensó sobre la ambigüedad de los mensajes, para él era obvio aquel comportamiento, toda una vida juntos, tal vez no somos tan cercanos, pero nos queremos, se decía. No sabía si tendría futuro esa determinación, podría burlarse o reírse complacientemente y no dirigirle la palabra nunca más por semejante atrevimiento. Un día con las piernas temblando y las manos empapadas tocó hasta su puerta, pidió permiso, entró, la miró a los ojos:
—Te quiero decir algo... 
—¿Qué pasó? 
—Nada, nada malo, en realidad. Bueno, no sé. ¿Cómo te lo puedo decir? 
—Diciéndolo... 
—Sí, pero sin que te molestes o peor...
—Sólo dime y ya. ¿Ok? 
—Te amo...
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Terminó de poner el condón con la boca, tal y como él lo disfrutaba. La cargó hasta el escritorio, ahí entró más de setenta veces en silencio, fueron tantos minutos de revancha, nunca nadie cedía hasta el último minuto, un juego viejo: quién quedaba suspendido en el limbo del placer más tiempo. Él supo de pronto cómo ganaría. Regresaron hasta la cama (con el ruido de la licuadora de fondo), recostó a su amada sobre la cama con las nalgas al borde. En cuclillas lamió (mientras la salsa iba tomando cuerpo) dibujando el abecedario en los centímetros que una vez ella le confesó para lograr el mejor resultado: dónde, cómo, con qué fuerza (con queso, brócoli y champiñones la ensalada estaba terminada). Era cuestión de minutos para que terminara, es infalible la técnica frente al gasto inútil de energía, llegó a concluir tantas veces en esta habitación. Tronó un beso en el último instante cuando sabía que ya no había manera de perder. Ella dejó ir un gemido que rápido tapó con la almohada. Observó su cuerpo estremecerse, se sintió feliz por estar en ese sitio con la persona que amaba, con la mujer de sus sueños. Quisiera nunca salir de ahí, pasar más tiempo, porque una vida juntos parecía tan insignificante. Muchas veces había compartido esos pensamientos; en cambio, ella no estaba segura, lo quería, pero no deseaba lastimarlo, no a él, quien le enseñó tanto. 
Recogieron la ropa, acomodaron la cama y se tomaron de la mano, se besaron apenas con fuerza. Miraron al interior de cada uno, veían lo mismo, eran un espejo de emociones.
Alguien subía las escaleras, a la mitad del trayecto se escuchó la misma voz:
—Ya está la comida, baja, por favor...
—Sí, ya vamos... -gritaron ambos para después darse cuenta de aquel error. 
—¿Está tu hermano allá arriba? ¿A qué hora llegó?  
—Sí, aquí estoy.
—Ah bueno ¡A comer, niños!

lunes, 28 de julio de 2014

Golpes

Es como el pinche box, la verdad. Ni más ni menos, no podría compararlo con otra cosa, porque son unos nervios tremendos los de la primera vez, te van a romper la madre, de esos estás seguro, pero la adrenalina te hace subir, también el cariño que le tienes a este deporte, es bien rudo, pero legítimo como pocas cosas en el quehacer humano. No hay injusticia cuando dos personas en las mismas condiciones se suben a romperse el hocico, ambos están expuestos a quedar tendidos en la lona, si bien te va caes sin que te des cuenta; si no traes chispa, percibes con todos los huesos y cada músculo cómo se va compactando aquella roca sobre tu mandíbula, sientes que se va rompiendo el hueso, que algo te hace "crack". Por eso se pelea con inteligencia, se baila al ritmo del otro cabrón sin perder la vista sus piernas, sus brazos, su cabeza, su cintura, TODO. Es muy pendejo el peleador que no puede ver más allá de una imagen miniatura; el plano general te da la anticipación que tienen los grandes. Hay reflejos, pero hay más predicción, es puro cerebro este deporte y en parte una mecánica memorizada con mucho entrenamiento. Como en la vida, sabes que alguien te va a golpear porque ya lo estudiaste, sabes cómo se maneja, si es tibio o es un hijo de la chingada. Aunque a veces la soberbia de uno sobre la tarima te hace perder, cuando crees que ya conoces todos sus movimientos te viene semejante trancazo, como un estatequieto. Te lo mereces porque no hay rival pequeño, además la suerte puede estar del otro lado, por cualquier situación, la moral se duplica si acaba de nacer su bebé, si su hermano salió del bote, o todo lo contrario, se murió su bebé mientras su hermano estaba siendo remitido. Nunca sabes lo que hay del otro lado por eso es muy sabio el dicho de que no hay enemigo pequeño. Cuando menos te imaginas se acaba de lanzar con semejante mazo sobre el estómago o la mandíbula. Es mejor quedarse callado hasta que venga tu turno para golpear, ser contundente que haya claridad sobre tu dominio, mientras no tienes derecho a humillar porque las palabras no son nada frente a un rival que se sabe quitar cada golpe, le haces puro aire sobre el rostro. Y el tampoco tiene derecho a nada. Es mejor que cada uno se aplaste sobre el banquillo, pida consejo sobre el presente y futuro, porque lo único que vale es resortear sobre las piernas, aguantar y golpear en pocos minutos. También es sabio retirarse, pedir que avienten la toalla o decidir no salir más. No hay vergüenza en ello, sí frustración, coraje y un poco de miedo, pero siempre es lo mejor. Es contacto puro y duro, pero no hay necesidad de tanta salvajada. Claro que hay idiotas, se baten hasta terminar como papilla; después se bajan y dicen que fue por sólo un poco. Al final cada quien se va con la mitad de la verdad, dentro es difícil darse cuenta quién golpeó, quien esquivo, quién rindió, quién dio, quién caminó, quién sufrió más. Aún así se puede ser honesto y derecho, decir, sabes qué, la cagué, me ganaron, no supe aprovechar, me dejé, lo dejé... lo que tu quieras. ¿Verdad que es como el box? 

jueves, 24 de julio de 2014

Qué se siente morir

Supongo que así se debe sentir morir, al menos lo creo de esa manera por tantas referencias que se hacen en las películas o por relatos de primera mano. Te dicen que hay cierta paz, un anhelo para que cese el dolor; claro, tiene toda la lógica, ya no quieres sentirte abandonado o relegado en cualquier pasillo donde vas a sufrir. Qué mejor que dejar todo atrás, seguir con lo que sea que haya adelante, a lo mejor nada, pero seguramente será mejor. Y también piensas en eso, en lo mejor que pudiste hacer para evitar lo inminente, cuidarte más, cuidar más a los que te rodean, cualquier alteración pudo haber cambiado todo. Se te vienen a la mente todas las lecciones que debiste aprender, las que debiste omitir. Ya nada sirve porque te das cuenta que vivimos en un mundo determinado por lo que se hace en el momento preciso, lo demás son anhelos, impresiones fantasmagóricas. No te puedes asir al pasado porque ya no está físicamente. Claro que da miedo no saber qué pasará, si va a doler o no. Tantas preguntas, suposiciones y afirmaciones. Pero en este punto tienes más preguntas que respuestas; en el pasado no sirvió de mucho creer que hay cierto control de los asuntos porque si lo hubiera no estarías aquí embarrado sobre lo inevitable. De pronto te agarra por sorpresa, sabes que está cerca, a veces crees que muy cerca, luego cuando se te ocurren dos o tres ideas para evadirla llega con un sablazo. Te quedas incrédulo mirándola a los ojos, lloras un poco del dolor, te preguntas por qué, muchas veces, tantas veces que pierde sentido. Si pasó, no fuera mera casualidad, fue causalidad, determinismo puro y duro, del que se puede saber y predecir todo, pero la irresponsabilidad te hace mirar al otro lado. Comienzas a desvanecerte, las energías se esfuman y lo poco que queda se arremolina en el estómago, en el mismo centro donde el amor, la excitación, el furor, la furia y el miedo nacen. Te quedas vacío a merced de lo que venga, podrían empujarte y quedarías tirado en la acera, pero con el último esfuerzo avanzas lleno de nostalgia y de ira. Otra vez te preguntas por qué, la respuesta se ha ido contigo, se extingue en el mar que nadie desea ver porque es más plácida la orilla, es más segura.  

martes, 22 de julio de 2014

Desconectados

Carta 1

Esto es realmente algo bueno, diferente, así podría llamarlo. ¿Tú qué crees? No conocía nada similar, sólo en imágenes, algunas proyecciones y en literatura antigua, pero hacerlo por uno mismo es toda una aventura. Espero que disfrutes de la misma manera. Anímate, sólo necesitas un papel y un lápiz,  conseguí algo de ambos varios kilómetros abajo. ¿Podrías creer que hay una tienda exactamente debajo de mi habitación? Tienen de todo, más bien parece basura, pero si te pones a formular preguntas te das cuenta de todo un mundo. Lo que no encontré mucho es papel, pero es suficiente con lo que compré; es cuadriculado, con los trazos en tinta azul, unos márgenes rojos y números en la esquina de cada página. 

En serio, responde esto. Enviaré el papel y todo junto con el pájaro.  

Carta 2

Me siento raro y con un poco de flojera. En serio, no sé porqué tanta insistencia para escribir con papel. Me puedes mandar un mensaje, un vídeo, un olor, cualquier cosa... en el papel no. Eres insistente con las cosas más absurdas, creo que por eso eres mi amigo, siempre termino cediendo en asuntos tan superfluos jajaja. Y siempre son cosas difíciles de hacer, los ayudantes tienen que sostenerme la mano, qué obscenidad. No sé qué más decir. Seguimos en contacto. 


Carta 3

 Te dije, no hay ningún problema por la escritura tradicional. Es una habilidad que nunca sabes cuándo la puedes usar. A mi también me ayuda Polly, a veces  son  ilegibles mis trazos y ella me ayuda.

No sé porqué no lo disfrutas, me causa cierta ansiedad esperar cada mensaje; a mi me distrae un poco en esta etapa de vacaciones (que no parecen). Quiero regresar ya a la otra casa, mi padre está muy tenso. La verdad no sé si son asuntos de trabajo o algo así, porque nada lo estresa tanto como las responsabilidades laborales. Se la ha pasado gritando, no se despega del portal, ahí interactuando todo el día como si fuera un día normal. Mejor cuéntame algo tú. 

Carta 4

Qué mal lo de tu padre. No te preocupes, no es nada nuevo. Estoy en la misma situación aquí. Supongo que cuando te haces viejo así son las cosas.

Carta 5

jajajajaja qué fue eso. Es el texto mas pequeño en papel que he conocido

Carta 6

Qué ridículo eres, siempre tratando de ganar, pero sí, ahora tu texto es el más corto que jamas hemos visto escrito en papel. Creo que ya me he encariñado con este sistema, es lento, pero he visto que seguro. Aunque entrara mi madre no vería ninguna evidencia porque ha volado por la ventana en el pájaro, y tampoco me debo cuidar de si alguien lee mi dispositivo. El otro día mi padre acceso al sistema principal para leer los registros de toda la comunicación, estaba muy alterado - como siempre -, pero sentí un poco de terror, nunca había visto una mirada tan preocupada, como si estuviera asustado. No le pregunté porque se pondría a gritar.

Otra cosa... ya es ridículo esto. Al menos manda una imagen de donde estás y si puedes de la tienda donde conseguiste el papel. Todavía tengo suficiente, pero ayer rompí la punta del lápiz, tuve que salir para conseguir algo afilado, con la herramienta de la cocina terminaba quemándose la punta. Me veía realmente idiota paseando entre el vecindario y pidiendo ayuda para afilar un lápiz; ni siquiera los ayudantes podían manejar semejante problema. Saludos.

Carta 7

En esta misma vuelta te envió más papel y lápiz, conseguí de colores. !!Increible¡¡. También te mando la fotografía en datos, la descargas del pájaro. 

Carta 8

Gracias por los lápices y el papel, me van a servir mucho para salir un poco del tedio. Está muy aburrido todo aquí. No he podido ver la imagen, algo estúpido sucedió. Mi papá y su paranoia bloquearon todas las comunicaciones, desactivó el sistema principal, no podemos recibir ni enviar datos de ninguna manera. Sospecho que la policía vendrá tan rápido se hagan preguntas sobre porqué nuestra casa ha estado tanto tiempo fuera de línea. Es una ridiculez, no podemos salir porque el sistema está inactivo, los vecinos se asoman, pero nadie dice nada porque mi papá les grita desde el balcón que sólo es un asunto temporal. Espero que esté hablando en serio sobre el sistema porque me preocupa y ya asustó a mi mamá. Ayer nos dijo que todo está en calma, esta situación ni la recordaremos, sólo tenemos que aguantar y confiar en él. Jodido ¿No?. 

Carta 9

Calma amigo, todo estará bien. Por aquí las cosas están fluyendo muy bien, ayer fui con mi papá a la tienda. ¿Puedes creerlo? Mi papá salió. Compramos bastantes antigüedades, compré un teclado musical de hace ciento treinta años, dijo el tendero, no le creo mucho porque es poco probable que se mantuviera en tan buen estado.  Regresaré con él, vale la pena escucharlo, tiene precargadas algunas melodías de Mozart y Bach. 

Anímate, todo saldrá bien, no es la primera vez que tu papá hace algo así. A veces sólo está muy presionado. 

Carta 10  

Rápido sal de tu casa, intenta reiniciar el sistema o pide ayuda a través del pájaro, pero tienes que alejarte de ahí. En la mañana mi padre no estaba ya. Fui con el teclado para mostrarle una melodía y se había marchado varias horas antes, pero con una velocidad muy pobre, vi su ubicación e iba directo hasta tu casa, en línea recta. Me asomé al portal para ver con quién había hablado, los últimos trescientos contactos habían sido hacía tu casa, pero nadie se había aparecido al otro lado del portal. Creo que esto es muy serio. En el piso vi unos planos, mi padre convirtió en datos una pistola vieja que encontró en la tienda, si se detiene en algún dispensador podrían estar en peligro. Por favor, amigo, sal de ahí como puedas. Le pediré a Polly que me cargue y me lleve hasta la pista. Anhelo que tu padre no haya sido tan estúpido como para desconectar tu control de voz ni tu esqueleto.
 

jueves, 10 de julio de 2014

El liberalismo

Llevo poco tiempo, unos meses apenas intrigado y con muchas preguntas sobre el liberalismo, una corriente político-económica que se basa en el libertad económica, principalmente. No sé cómo es que llegué a estas ideas, pero me siento entusiasmado por la forma de interpretar el mundo que tienen los liberales. Desde luego hay cosas en las que estoy en completo desacuerdo, pero saber que hay individuos con la aspiración de una sociedad equitativa a través de la libertad eso es algo valioso. La mayoría de corrientes políticas me han decepcionado, no sólo porque son reduccionistas, si no porque hay poca sustancia para mí en sus postulados. Todos persiguen la justicia, el bienestar, pero todo se traduce en falsas promesas, en discursos vacios, en política pragmática sin dirección salvo la inercia que dirige los votos. 

El libertarismo, me parece es tan cínico que predica con el ejemplo. No promete más cosas si no la libertad absoluta que se hace vigente en la crítica, la burla y las risas que lanzan a los demás. No te dicen que tendrás un futuro mejor porque sólo te dicen que eres libre de hacer lo que quieras con tu maldito porvenir. Eso para mí ya es lo suficientemente honesto y que vale la pena. Privilegian el potencial personal por encima del esfuerzo colectivo. Raro, porque el colectivismo trae los mejore resultados, pero hoy en día en México está viciada esta idea; se cree sólo en líderes aún dentro de una colectividad. El libertarismo es un buen comienzo, creo, para avanzar al trabajo grupal, porque pone énfasis en el potencial de cada persona. Creo que esa es la razón por la que no salen bien los trabajos en equipo, cada uno no tiene la confianza de su propio potencial y de los demás. 

En el asunto económico creo que es brillante su idea. Algo que me terminó por convencer son los pocos juicios morales que se hacen hacia la economía; el liberalismo establece que a lo largo de toda la humanidad siempre se han intercambiado bienes y servicios con fines de lucro. Esa descripción, aunque simple, me parece que da al clavo en un contexto como el de México. Hoy en día observo una tendencia contraria a tal actividad humana, como si el sacar ventaja fuera una condición necesaria para llamarse "malvado" "despiadado" rapaz" o algo así. ¿Por qué le tenemos tanto miedo a la competencia? ¿Por qué deseamos que todo venga con facilidad y sea un derecho "universal"? Probablemente es lo ideal, pero ese camino nos lleva a que se diluya la calidad de las actividades y resultados. Aún en los países más desarrollados todo cuesta, no importa si es universal, se premia el esfuerzo, la dedicación y el talento. Aún cuando existan educación de primer nivel, sólo podrás acceder a ella si cumples los requisitos. Al contrario, en México esperamos que todos tengan lo mismo, lo cual es una ridiculez. 

Esta tendencia se refleja en el panorama general. La política y el gobierno no fomenta la competencia de ninguna manera. Se esfuerzan por mantener un control estricto sobre la población, que crezcan las facultades para mantener a raya a las personas. Y no me refiero al discurso tradicional del gobierno como depredador de los ciudadanos, si no a las sutilizas con las que ha convencido a muchas personas. Nos han hecho creer que vale más la vigilancia y el control sobre la población, a fin de evitar los efectos de la delincuencia, que perseguir la libertad porque es el último y más valioso derechos que tiene una persona. No vale para nada la libertad si a cucharadas gigantes te la acabas pidiendo más y más control.

Las mayoría de la población podría quejarse de cada una de las reformas "estructurales" que se están llevando a cabo, pero sólo es el resultado de un proceso histórico en el que la ciudadanía pide más gobierno. Porque hemos perdido la confianza en nosotros mismos como personas que pueden resolver problemas. Se quieren más programas para mejorar la ecología, pero nosotros podemos modificarla desde ya.  Se quiere que haya más empleo, pero al mismo tiempo están en contra de la privatización. Entiendo que todo cause desconfianza y cada reforma sólo parezca una especie de regalo a un compadre político, pero siendo realistas es algo tardará mucho en cambiar. Lo que no puede tardar es la colaboración de cada persona en los distintos proyectos que hay por todo el país.

miércoles, 2 de julio de 2014

Lo que nunca escuché

Hubiera estado ahí en primera fila con toda la cabeza hacia arriba, casi adentro de sus fosas nasales por donde jala inmensos grumos de aire para apoyarse en él y dar esa voz tan peculiar como quien canta con la nariz, pero interpreta con toda su complexión. Si acaso le quitara la mirada sería para ver al bajista que es una chingonería sobre el escenario. No hablemos del percusionista, porque sin él, Nina no es nada más que una blusera sin lo afro, una gospel sin el color que se trajeron de ultramar. Todo eso lo sabe por eso no sobre sale nunca, se planta en el escenario con la ayuda de todos y cada uno. Es una dama excepcional trayendo música. ¿Qué le hubiera pedido? ¿Sinnerman? ¿Baltimore? ¿Four Women? ¿Don't Explain? Cualquier cosa con la que empezara hubiera estado bien, porque sé que inevitablemente llegaría al punto que toda su música se dirige: energía, dolor y coraje. Todo converge ahí, es el punto de fuga.

Ahí viene, sale tan negra, tan ligera con ropa de algodón. No dejo de apretar los pies porque comienza sin presentaciones. Viene el primer acorde, sé que es un Si Menor porque ya leí la partitura. Sinnerman. Levanta la cara y mira a todos con esa expresión dura que no se suaviza nunca. Está realmente excitada, nos ve a todos desde el banquillo del piano con orgullo y un poco de soberbia. Nos reta a no disfrutar, no podemos, al menos yo no. Ya estoy moviendo el pie con la plegaria al señor. !Soy un pinche ateo¡ y estoy en éxtasis con su cántico. Todo es una fiesta de súplica allá arriba en el escenario. Me subiría, pero soy demasiado aguado para el baile, me pondría en ridículo y no ayudaría en nada al espectáculo. Mejor me quedaría parado sin quitar la vista de sus manos, negro sobre blanco. Es tan brillante su piel como la madera del piano, tan duro el instrumento como su corazón. Ahí arriba se aparecen los dioses y danzan por todo el entarimado, giran hasta licuar todo el recinto, no logro ubicarme porque hay una mezcla de colores y sonidos. En el remolino logro distinguir a tres coristas y un hombre que están listos para la parte intermedia de Sinnerman; levantan las manos, a la señal comienzas a aplaudir en contrapunto. Es hermoso el remolino. Llevo más de dos mil vueltas sin sentir que el estómago se va de mí. Nina está frenética sobre el piano llamando a otro dios. Los aplausos resuenan por todo mi cuerpo, puedo sentirlos en mi abdomen, también los acordes de piano en modo menor. La música regresa a su cause, el mismo ritmo, velocidad, es como una persecución. Al final el torbellino se va deteniendo y Nina está gimiendo, es una plegaria. "Oh lord". Está llorando, yo también estoy llorando. No me gusta verle el rostro constreñido, pero sé que así es ella y después se va a enojar, porque es una mujer fuerte. Deja que las lágrimas escurran hasta la barbilla, las recoge con el índice y sonrie.