miércoles, 17 de octubre de 2012

La lucha con las ideas en México

Desde hace varios meses traigo pegada la idea, y alimentada por las lecturas de medios escritos, sobre la lucha a nivel ideológico que se vive en México. Siempre ha existido y se ha llevado a niveles que han causado una ruptura en el poder del Estado. En la independencia, en la reforma, en la revolución. Entre conservadores y liberales con todos sus matices. Hoy este proceso retoma nuevos bríos. Y no se discuten temas simples, si no todo lo contrario, son los tópicos que incluyen a toda la población del país: la violencia, la desigualdad social, acceso a la educación y todos sus derivados. Muchos temas parecieran refritos, pero lo seguirán siendo mientras las soluciones no sean integrales; es decir, que se tomen distintas acciones de manera simultanea y con impacto multi dimensional. Como si la pobreza, la educación y la violencia fueran tres aspectos diferentes pero superpuestos. La lucha ideológica debería poner en discusión las soluciones que cada grupo de poder plantea. Generalmente abundan mensajes que descalifican, ni siquiera llegan a ser una crítica fundada en argumentos contrastables con la realidad, meras ideas viscerales.

Esta confrontación tiene sus puntos más álgidos durante momentos de modificación del orden político y sobre todo económico. Por caso pondré la reforma laboral y el manejo que se ha dado a la información respecto a este tema. El lector promedio puede perder la noción sobre qué es verdadero y qué es falso, tanto en el contenido de la reforma como las consecuencias; es decir, entre lo que es "real" porque está depositado sobre un documento - iniciativa - y las fantasías, especulaciones y bolas de cristal que cada periodistas o columnistas tiene. Estos especuladores desarrollan una actividad clave para la lucha por el poder, es mentira cuando afirman que ellos "sólo informan" . La pregunta es ¿Qué informan y cómo lo hacen; y desde dónde lo hacen?. Participan en la batalla ideológica desde una plataforma tan amplia y poderosa como el gobierno mismo (TV, Radio, Prensa, Internet). Obviamente hay medios de comunicación, por lo tanto periodistas, que tienen más o menos influencia dependiendo de sus recursos económicos y políticos, por ello la influencia que ejerzan será mayor o menos sobre la población.

La influencia de un medio es determinada, basicamente, por la calidad y cantidad de la información. No es lo mismo un desplegado de un sólo día y con una cobertura media o pequeña a los grandes titulares con una frecuencia reiterada e información abundante (eso sin detenernos a pensar si la información es verificable o no). Digamos que el lector promedio no se detiene a pensar en estas características de la información ni en las intenciones de los medios de comunicación. Primero porque el nivel de consumo de contenidos es pobres en México, tanto por la oferta como los hábitos que tienen los individuos. En la actualidad el tema de la televisión pública es decepcionante, las alternativas son sumamente reducidas y la calidad digamos que no alcanza las exigencias intelectuales que este siglo exige. En segundo lugar somos un país con una tradición de lectura sumamente reducida; el último gran esfuerzo fue lograr que la gente supiera leer y escribir - el gran avance pos revolucionario -. Desde ese entonces la educación ha sido aventada a la cola de prioridades en el país. Y regresando al punto. Las reflexiones acerca de los medios de comunicación no se dan cotidianamente por la lectura superficial que hacemos de ellos, debido a la oferta pobre y los hábitos de consumo.

Las reflexiones indudablemente llevarán a cuestionar. Nos haremos una serie de preguntas lógicas. ¿Por qué este medio apoya tal o cual postura? ¿Por qué no habrán señalado tal información cuando era demasiado evidente? ¿Quién chingados se cree él para afirmar tal cosa? ¿Acaso no hay temas más relevantes? y una larga lista. No tengo duda que hay personas que todo el tiempo hacen una lectura crítica sobre lo que escriben y publican, dicen al micrófono o a la cámara. Sin embargo, otro gran sector - que señalé en el párrafo anterior - considera como argumentos incorregibles y verdades absolutas lo que dicen algunos periodistas. Esto no vale para afirmar que hay personalidades en los medios que mienten reiteradamente o quienes siempre dirán la verdad. Precisamente eso es lo que debemos tener en cuenta todo el tiempo: la realidad es tan compleja, dimensional y fluctuante que nadie es capaz de comprenderla y analizarla en su totalidad. Aquello que se difunde sólo es una parcialidad aún cuando el medio se ufane de cubrir "todos los ángulos de la noticia". En ese sentido deviene la importancia del poder económico, quien tiene más dinero tendrá más posibilidades de hacer extensivo su mensaje. Por supuesto, el dinero no determina la solidez de un medio, entran en juego otras variables, como el prestigio de quien emite los mensajes, la plataforma desde donde lo hace - no es lo mismo Internet a un medio impreso - etc...

Es un escrito bastante reducido este, pero mi intención es que quien lo lea tenga muy en cuenta que existe, siempre, un interés de por medio cuando se transmite la información. La objetividad y neutralidad son conceptos de un uso bastante manoseado que en realidad no aplican para nada ni en la ciencia ni en el periodismo. Desde aquí invito a todas las personas que reflexionen sobre la lectura que hacen de los medios, que critiquen y que no tengan ningún gurú. Todos perseguimos objetivos, y es válido, pero siempre hay que decir cuál es y con honestidad, al final siempre se reflejará en nuestro trabajo. Mi objetivo es compartir mis reflexiones con ustedes y siempre invitar a las personas a la crítica.





sábado, 6 de octubre de 2012

Hello sexies

La primera de muchas.

Ya no soy un blogger nuevo, desde hace varios años he escrito en diferentes partes de la red. En foros tuve experiencias maravillosas, ahí uno comprende hasta qué punto los intereses pueden compartirse y sobre todo lo magnífico del conocimiento; una comunidad que gira en torno a un tópico y todas su bifurcaciones. Y vaya que aprendí cosas, desde el pragmatismo más absurdo - cómo desarmar una cámara fotográfica y construir tu propio amplificador de bocinas - o reflexiones que hoy tienen más sentido que hace una década ¿Quién almacenará la información de la red? ¿Habrá guerras cibernéticas? ¿Acaso alguien sabe que todo se puede investigar sobre una persona con simples clicks?. Luego di un salto cualitativo. Cree mi algunos blogs, pero el más activo se hospedaba en una comunidad veracruzana. Hice contacto con una cantidad interesante de jarochos, de cerca leí lo que la gente piensa en aquel estado que no conozco; sin mayor explicación dejé las actualizaciones, hoy lo pienso y muchas cosas han cambiado en esa región del país. Desconozco si los post continúan con la despreocupación, o si acaso, hoy escriben sobre la incertidumbre de aquel pantanoso y violento lugar totonaca. Compartí un blog con mi novia, más bien fue un refugio personalísimo. Luego intenté, vanamente, construir un espacio para la reflexión periodística, ya ni siquiera recuerdo la dirección. Y hoy sin más explicación cree este blog. En mi experiencia las acciones impulsivas tiene mejor porvenir, es probable que escriba aquí durante una buena cantidad de tiempo. El problema de planear las cosas es que nunca son suficientemente perfectas; la ventaja de improvisar es que nunca te detienes a pensar en el error.

¿Sobre qué escribiré? No lo sé. Tengo filias como tantos miedos. Me da miedo ejercer la crítica porque no sé si tiene calidad o si mis bases son suficientes. La recomendación es un estilo que he cultivado durante varios años, me parece una de las actividades más dignas del hombre: compartir. Si uno difunde enriquece el entorno.

Los intentos literarios siempre fracasan, no tengo la suficiente disciplina para llevar a buen puerto una historia o un personaje. Se fracturan mis líneas discursivas, languidecen mis personajes, no logro insuflarles vida. En cambio, la verborrea sí logro extenderla por varias cuartillas, pero procuro parar, a nadie le gusta leer mucho y con poco qué decir.  Por último esto es lo que escribo cuando no sé qué hacer. Gracias.