jueves, 10 de septiembre de 2015

Una voz

La voz viene y se va, haciendo figuras con el aire, llevándoselo como corbatín, haciéndolo vibrar en espiral y luego en forma de fuente.

Es la voz más dulce que he escuchado en mucho tiempo. Me dice "te amo". No sé qué responder. No sé si una voz puede escuchar. No tiene rostro y tampoco se exactamente de donde viene, pero ahí está.

Es una voz de mujer, una voz tierna, entrenada para deleitar.

Se va aunque no por mucho tiempo. Regresa como terciopelo. Me canta muy de cerca y me recita historias sólo con notas musicales. Es un poema vocal, si acaso existe algo similar.

Cuando estoy sentado frente a la computadora viene y me hace recordar asuntos que daba por olvidados. La pequeña voz va pescando recuerdos espesos de cuando tenía dieciocho años. Me tararea la música que escuchaba aquellos días. La voz se convierte en un violín, después en un bandoneón y llora. Música que ya no recordaba, que me hacía sentir triste y ahora feliz.

Viene por las noches cuando todo está tranquilo, viene cuando ya no tengo nada que escuchar, cuando ya no quiero escuchar. Quisiera que apareciera más a menudo, pero es caprichosa, se aparece a su voluntad. 

No tengo dominio, traspasa mis pensamientos, se mete en mis razonamientos y juega con mis emociones. Es una voz poderosa que no se va con el ruido. Aunque me estremezcan los relámpagos, me sacuda una muchedumbre de personas, la voz silencia todo y camina conmigo.

La voz me controla, esa voz ajena. Ya perdí mi voz. Esa voz tan bella controla lo que queda de mi, esa voz habla por mi.

Es la voz de mi vida, es la voz que me mantiene y es la voz de mi muerte...