martes, 19 de marzo de 2013

Cuando te cae el veinte

No sé de dónde proviene la expresión y no es de mi interés investigar para despejar la incógnita. Sólo sé que hoy cayó el peso de veinte kilos sobre mi. Una idea bien definida, lúcida hasta el tuétano. Puedo ver con claridad lo que debo hacer, de eso trata mi idea.

Desde hace tres meses, no sabía qué rumbo tomar. O sí, pero sólo de manera presuntuosa, haciendo especulaciones sobre el futuro como si fuera un punto fácil de alcanzar y realmente sólo tenía diseños de puentes de humo. Nada sólido sobre dónde descansar cada paso. Me imaginé haciendo dinero como la prioridad y que la academia se resolvería por añadidura. Y me doy cuenta que eso es falso. No he resuelto nada, porque sólo tejo estrategias fantásticas.

Descubrí que trabajar de esa manera me ha hecho perder tiempo sin aplicar ningún esfuerzo.


jueves, 7 de marzo de 2013

La claridad ante todo


Me dicen que no soy claro, que me ando por las ramas como macaco. ¿Es cierto? Seguro que sí, porque soy inconstante e inconsistente. Dicen que suelto una oración...

Que no termino lo que voy a empezar. Que debo ser más puntual. Así. Escueto. Reductivo.

Es cierto, lo he pensado. Soy fluctuante la mayoría de las veces, no tengo métrica para realizar las actividades cotidianas porque no me desagrada empezar con la izquierda o la derecha. No tengo un plan para enfrentar el porvenir o tengo varios pero inviables como fantásticos. Y no me importa alcanzarlo porque no soy adivino, ni quiero una bola mágica. Prefiero andar sobre el límite de las decisiones, tomarlas en el último instante cuando ya no hay tiempo siquiera para respirar. La falta de aire me hace sentir vivo.

Entiendo las recomendaciones. Debo ser más puntual, un poquito más rígido. Entiendo.

Principio.

Y fin.