viernes, 30 de noviembre de 2012

Nuevo presidente sobre viejos hábitos

Mañana sábado 1 de Diciembre habrá de tomar protesta como presidente Enrique Peña Nieto. El recinto legislativo de San Lázaro estará cercado de una forma inédita frente a las nutridas manifestaciones en contra del presidente electo. El descontento de las personas vuelve a elevar su temperatura después de las elecciones; la Internet recobra su papel como canal para la discusión política. El sentimiento anti Peña florece una vez más; sin embargo, cuánto durará. No creo que mucho.

La cultura política del mexicano, medianamente informado, es frágil. Hoy pugnamos por todas las causas e injusticias, mañana olvidamos los problemas. Nunca me han gustado las predicciones, pero lo que sucederá mañana simplemente será una polvareda de ira, frustración y exigencias justas, pero no sistematizadas ni organizadas para que se conviertan en acciones específicas. Me refiero a que no hay un trabajo en equipo, sólo un trabajo de muchedumbre. No dudo quienes estén al tanto de la política e incluso se desarrollen dentro de ella, pero los problemas del país van más allá de las manifestaciones. La ciudadanía necesita un trabajo real y antes de ello es menester organización sólida. Si se quiere exigir al nuevo gobierno que trabaje sobre una agenda que beneficie a la mayoría de la población es necesario un compromiso como ciudadanos, donde tomemos en cuenta permanentemente los problemas del país, estar conscientes del trabajo que implica resolverlos y sobre todo ligarlos a la vida cotidiana. Lo que sucede en el norte del país es producto de nuestro comportamiento acá en el centro y sur de la república. Pensar a México como un todo y dejar atrás los regionalismos que tanto daño nos han hecho.

En ocasiones he leído las quejas y críticas que lanzan los habitantes de estados del norte sobre la inconformidad permanente que vivimos los defeños. Que somos unos revoltosos, que nos la pasamos quejándonos, que para todo hacemos marchas, que nunca estamos contentos, etc... Estas expresiones, considero, son producto de un centralismo histórico. El D.F al ser la cuna de los poderes desde la época de la Independencia ha construido una especia de muralla donde los habitante del interior de la república no se sienten identificados con el centro y viceversa. Las diferencias culturales son amplias y la cultura política no se diga. Cuando ellos se manifiestan, aquí nos importa poco, y cuando nosotros nos manifestamos, a ellos les interesa un poco menos. Ese problema es a nivel nacional, pero existe de formas locales. Hay un desinterés por las problemáticas de otros sectores, sus demandas no parecen mejor que las del grupo de a lado. Por ello es inviable, actualmente, una agenda conjunta; cada actor tiene una visión propia no compartida, y no por falta de voluntad sino por negligencia para sentarnos y escuchar qué es lo que tienen que decir ellos. Lo que sucede mañana con el retorno del PRI nos debería preocupar poco comparado con lo que deberíamos hacer los ciudadanos.

No es una verdad absoluta, pero sí una hecho contundente: Los partidos políticos en México sirven a intereses de grupos adinerados. o en todo caso, muy bien organizados. Lo que queda fuera de ese conjunto somos la mayoría de personas; no tenemos ríos de dinero ni estamos organizados (lo más preocupante de todo). Cada senador y diputado representa intereses bien definidos - discutibles o no es otro asunto - pocas veces los nuestros. Tampoco podríamos culpar a los legisladores de ello; aunque se acercasen y preguntaran de casa en casa lo que obtendrían sólo serían acusaciones y recomendaciones demasiado genéricas. Le corresponde a la población llevar las problemáticas, plantearlas con claridad y participar activamente. Estamos a años luz de ello. Sin cohesión estamos expuestos a ser gobernados por sujetos sin mucha experiencia en los distintos temas, que llegaron ahí por triquiñuelas políticas o favores. Una sociedad sin organización política queda a merced de los grupos realmente organizados que tienen representación en las cámaras.

La tarea para todos a partir del 1 de Diciembre es resolver las preguntas ¿Cómo tenemos que organizarnos para hacer que trabajen los políticos por nosotros? ¿De qué manera podemos hacer para que la mayoría se entere de los problemas de ellos y ellos conozcan los míos?

sábado, 10 de noviembre de 2012

Ciencia

Uno de los temas que me gustaría abordar en mi tesis de licenciatura es la Ciencia, particularmente la divulgación de la ciencia. Hablar sobre los resultados de la misma, los productos, los sistemas que permiten generar ciencia (conocimiento) y todo lo que ello implica. Se me hace un tema de gran relevancia porque, irónicamente  no lo es. Este mes concluyo nueve semestres de estudios en comunicación. Ya leí un poco de todo o de todo un poco. Me acerqué a grandes teorías y planteamientos centenarios; la verdad, tengo la sensación de que fueron enunciados por los profesores sin mayor análisis y como una repetición obvia de las grandes ideas de los grandes pensadores. Sólo algunos profesores lograron sacar partido de estas ideas, sistematizarlas a tal grado que lograran dar un poco de luz a los estudiantes y sobre todo que fueran consistentes con la ciencia moderna. La mayoría de los cursos fueron retóricos para mi. Inspirados en un humanismo donde lo importante es la realización del ser a través de la felicidad; de ahí que la mayoría de los planes de estudio fueran abordados a través de ideales, supuestos trascendentales etc; por ejemplo: la comunicación es la vía para desarrollar las habilidades personales; la comunicación es el camino a la libertad; la comunicación permite una mejor convivencia. Desde luego que tales perspectivas no son desechables, son grandes trabajos filosóficos, pero creo que nada más.

Esas propuestas, no científicas, sólo inspiran más desazón en los estudiantes. Crean confusión sobre nuestra labor profesional y laboral. Estudiar comunicación se convierte en un campo de interrogantes. Las especulaciones sobrevienen y se mira por debajo del hombro los esfuerzos para crear una Ciencia de la Comunicación sólida. ¿Para qué estudiar eso si yo haré aquello? ¿De qué sirve tanta teoria si en la práctica nada de eso sirve?. No sirve, en primera instancia, porque no hay una formación científica en la docencia y menos en los alumnos. ¿Cuánto sabemos sobre ciencia? ¿Acaso somos capaces de hablar sobre ciencia los estudiantes de ciencias de la comunicación?