Caminaban sobre los límites de la tierra de Mercedes, en la parte poniente, la que colindaba con las tierras de los Hernández, tierras treinta veces más extensas que las de doña Meche. Tierras que parecían no ser suficientes para aquella familia, pues se empeñaban en robar de a poco, aunque fueran diez centímetros, parte del terreno de la viuda. Pero Mercedes nunca se dejó, iba a cosechar el maíz y a cerciorarse que no estuvieran invadiendo su propiedad de alguna manera. Ella conocía todas las mañas: clavar postes, dejar maderas o basura, abrir una zanja, cualquier objeto era un intruso que Mercedes y Raymundo quitaban del camino. Él pequeño caminaba por todo el perímetro junto con su madre hasta tener la certeza de que su pequeña propiedad estaba segura. Era una tarea difícil porque para llegar hasta la milpa tenían que cruzar varios cientos de metros que pertenecían a otras familias. El terreno de Meche era uno de los más pequeños en comparación a las hectáreas de otras estirpes acau...
Un espacio donde pongo todo aquello que escribo bajo el único criterio de relajarme. Encontrarás literatura, opinión o asuntos que no comprenderás, porque ni yo mismo a veces me entiendo.