Can I tell you a story of a lady so meek? Fought her battle alone with love Had no armor, no weapon, no desire to flee But a power so deep inside, preside to us all I see a star, how strong it was And still, somehow, we seem to fall Kamasi Washington La mayoría de las veces estábamos sentados en el piso con la televisión encendida y el volumen a todo lo que daba. En esa sala estaban regados por doquier los zapatos, faldas, vestidos y mini accesorios que traían consigo las muñecas de su hermana. Las recogía donde quiera que estuvieran botadas. A su hermana no le interesaban tanto como a él; ella las aventaba detrás de la lavadora, bajo la cama, en macetas, en el baño o donde fuera. Él, todo lo contrario, las trataba con cariño. Sentado en la esquina del sofá, tomaba un pequeño cepillo y les arreglaba el cabello sintético, nudo a nudo; con mucha paciencia, suavemente para no lastimarlas, colocaba pasadores o amarraba con una liga la cabellera ...
Un espacio donde pongo todo aquello que escribo bajo el único criterio de relajarme. Encontrarás literatura, opinión o asuntos que no comprenderás, porque ni yo mismo a veces me entiendo.