La primera de muchas.
Ya no soy un blogger nuevo, desde hace varios años he escrito en diferentes partes de la red. En foros tuve experiencias maravillosas, ahí uno comprende hasta qué punto los intereses pueden compartirse y sobre todo lo magnífico del conocimiento; una comunidad que gira en torno a un tópico y todas su bifurcaciones. Y vaya que aprendí cosas, desde el pragmatismo más absurdo - cómo desarmar una cámara fotográfica y construir tu propio amplificador de bocinas - o reflexiones que hoy tienen más sentido que hace una década ¿Quién almacenará la información de la red? ¿Habrá guerras cibernéticas? ¿Acaso alguien sabe que todo se puede investigar sobre una persona con simples clicks?. Luego di un salto cualitativo. Cree mi algunos blogs, pero el más activo se hospedaba en una comunidad veracruzana. Hice contacto con una cantidad interesante de jarochos, de cerca leí lo que la gente piensa en aquel estado que no conozco; sin mayor explicación dejé las actualizaciones, hoy lo pienso y muchas cosas han cambiado en esa región del país. Desconozco si los post continúan con la despreocupación, o si acaso, hoy escriben sobre la incertidumbre de aquel pantanoso y violento lugar totonaca. Compartí un blog con mi novia, más bien fue un refugio personalísimo. Luego intenté, vanamente, construir un espacio para la reflexión periodística, ya ni siquiera recuerdo la dirección. Y hoy sin más explicación cree este blog. En mi experiencia las acciones impulsivas tiene mejor porvenir, es probable que escriba aquí durante una buena cantidad de tiempo. El problema de planear las cosas es que nunca son suficientemente perfectas; la ventaja de improvisar es que nunca te detienes a pensar en el error.
¿Sobre qué escribiré? No lo sé. Tengo filias como tantos miedos. Me da miedo ejercer la crítica porque no sé si tiene calidad o si mis bases son suficientes. La recomendación es un estilo que he cultivado durante varios años, me parece una de las actividades más dignas del hombre: compartir. Si uno difunde enriquece el entorno.
Los intentos literarios siempre fracasan, no tengo la suficiente disciplina para llevar a buen puerto una historia o un personaje. Se fracturan mis líneas discursivas, languidecen mis personajes, no logro insuflarles vida. En cambio, la verborrea sí logro extenderla por varias cuartillas, pero procuro parar, a nadie le gusta leer mucho y con poco qué decir. Por último esto es lo que escribo cuando no sé qué hacer. Gracias.
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