El sol queretano desplomaba en la forma más despiadada, sobre las ya curtidas pieles, gruesas, tostadas y agrietadas por el frío de las noches. Estaban jugando sin que el sol menguara el ritmo del pequeño partido. La partida estaba pareja tanto como reñida. La meta occidental estaba dispuesta con ropa; tenía el mejor portero que se hubiera visto en varias generaciones, se tiraba sin arrepentimiento y con una técnica aprendida por la repetición sin fin de los videos de futbol que vendían en el mercado. En el otro extremo había un delantero que arremetía con fiereza a cada pase bien colocado sobre el área. Era un duelo trabado, el marcador se resumía a cada encuentro desde que comenzó la rivalidad en el cuarto año; ya para el quinto se habían formado dos equipos vitalicios, este último año tenía arrojar un resultado definitivo pues sólo faltaban tres meses para las vacaciones. La pelea futbolera había saltado a las clases. El salón estaba partido en dos piezas antagonistas, sólo l...
Un espacio donde pongo todo aquello que escribo bajo el único criterio de relajarme. Encontrarás literatura, opinión o asuntos que no comprenderás, porque ni yo mismo a veces me entiendo.