Salimos de la Alameda del Sur como a las nueve. El frío se estaba sintiendo más intenso, no estábamos haciendo a lo que fuimos: pedalear. Esperamos durante varios minutos hasta que por fin el organizador regresó de su casa. Muy indignado por la tardanza alguien dijo: - Seguro ha de estar echándose su caquita, descansando y... vale madres. Por fin salimos, eramos seis. Un número menor en comparación a otras rodadas del grupo, y mucho menor en comparación a rodadas masivas de otros grupos, donde asisten hasta cincuenta personas. Sin embargo, lo compacto del grupo nos ayudó a desplazarnos con más rapidez. Primero tomamos toda la avenida de las Bombas hasta División del Norte, desde ahí no dejamos de pedalear hasta que nos paraba un semáforo o el tráfico. Corrimos entre los coches, los más avezados se despegaron varias decenas de metros de los que circulaban más lento. Con rechifla nos abrímos paso, algunos con una corneta de aire comprimido o con un largo quejido tau...
Un espacio donde pongo todo aquello que escribo bajo el único criterio de relajarme. Encontrarás literatura, opinión o asuntos que no comprenderás, porque ni yo mismo a veces me entiendo.