Desde la óptica de sus padres, se le dio todo. O más exactamente, se le dieron todas las convenciones sobre la "buena" y "mala" crianza. A veces mezclada, a veces con un compromiso que solo surge del amor: apoyo, acompañamiento, diálogo, esquematización, horarios, mano dura, empatía, guía profesional, psicólogos, terapias, cinturonazos, trapazos, paciencia, dedicación, escucha, libertad, normas, libros de autoayuda, actividades al aire libre, espacio personal, integración familiar, experimentación individual o en familia. Se le ofreció todo con el único objetivo de hacerlo sentir apoyado y amado. Se le preguntó y escuchó sobre todas sus inquietudes, desde niño hasta cuando ya era mayor y plenamente consciente de todas sus decisiones. Nunca se le retiró el apoyo directo o parcial, porque simplemente no podían hacerlo sus padres. Era su primogénito, primera y última razón para seguir adelante. Algunas veces intentaron renunciar a él. Guardaron la distancia, fingiero...
Un espacio donde pongo todo aquello que escribo bajo el único criterio de relajarme. Encontrarás literatura, opinión o asuntos que no comprenderás, porque ni yo mismo a veces me entiendo.