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Nuevo presidente sobre viejos hábitos

Mañana sábado 1 de Diciembre habrá de tomar protesta como presidente Enrique Peña Nieto. El recinto legislativo de San Lázaro estará cercado de una forma inédita frente a las nutridas manifestaciones en contra del presidente electo. El descontento de las personas vuelve a elevar su temperatura después de las elecciones; la Internet recobra su papel como canal para la discusión política. El sentimiento anti Peña florece una vez más; sin embargo, cuánto durará. No creo que mucho.

La cultura política del mexicano, medianamente informado, es frágil. Hoy pugnamos por todas las causas e injusticias, mañana olvidamos los problemas. Nunca me han gustado las predicciones, pero lo que sucederá mañana simplemente será una polvareda de ira, frustración y exigencias justas, pero no sistematizadas ni organizadas para que se conviertan en acciones específicas. Me refiero a que no hay un trabajo en equipo, sólo un trabajo de muchedumbre. No dudo quienes estén al tanto de la política e incluso se desarrollen dentro de ella, pero los problemas del país van más allá de las manifestaciones. La ciudadanía necesita un trabajo real y antes de ello es menester organización sólida. Si se quiere exigir al nuevo gobierno que trabaje sobre una agenda que beneficie a la mayoría de la población es necesario un compromiso como ciudadanos, donde tomemos en cuenta permanentemente los problemas del país, estar conscientes del trabajo que implica resolverlos y sobre todo ligarlos a la vida cotidiana. Lo que sucede en el norte del país es producto de nuestro comportamiento acá en el centro y sur de la república. Pensar a México como un todo y dejar atrás los regionalismos que tanto daño nos han hecho.

En ocasiones he leído las quejas y críticas que lanzan los habitantes de estados del norte sobre la inconformidad permanente que vivimos los defeños. Que somos unos revoltosos, que nos la pasamos quejándonos, que para todo hacemos marchas, que nunca estamos contentos, etc... Estas expresiones, considero, son producto de un centralismo histórico. El D.F al ser la cuna de los poderes desde la época de la Independencia ha construido una especia de muralla donde los habitante del interior de la república no se sienten identificados con el centro y viceversa. Las diferencias culturales son amplias y la cultura política no se diga. Cuando ellos se manifiestan, aquí nos importa poco, y cuando nosotros nos manifestamos, a ellos les interesa un poco menos. Ese problema es a nivel nacional, pero existe de formas locales. Hay un desinterés por las problemáticas de otros sectores, sus demandas no parecen mejor que las del grupo de a lado. Por ello es inviable, actualmente, una agenda conjunta; cada actor tiene una visión propia no compartida, y no por falta de voluntad sino por negligencia para sentarnos y escuchar qué es lo que tienen que decir ellos. Lo que sucede mañana con el retorno del PRI nos debería preocupar poco comparado con lo que deberíamos hacer los ciudadanos.

No es una verdad absoluta, pero sí una hecho contundente: Los partidos políticos en México sirven a intereses de grupos adinerados. o en todo caso, muy bien organizados. Lo que queda fuera de ese conjunto somos la mayoría de personas; no tenemos ríos de dinero ni estamos organizados (lo más preocupante de todo). Cada senador y diputado representa intereses bien definidos - discutibles o no es otro asunto - pocas veces los nuestros. Tampoco podríamos culpar a los legisladores de ello; aunque se acercasen y preguntaran de casa en casa lo que obtendrían sólo serían acusaciones y recomendaciones demasiado genéricas. Le corresponde a la población llevar las problemáticas, plantearlas con claridad y participar activamente. Estamos a años luz de ello. Sin cohesión estamos expuestos a ser gobernados por sujetos sin mucha experiencia en los distintos temas, que llegaron ahí por triquiñuelas políticas o favores. Una sociedad sin organización política queda a merced de los grupos realmente organizados que tienen representación en las cámaras.

La tarea para todos a partir del 1 de Diciembre es resolver las preguntas ¿Cómo tenemos que organizarnos para hacer que trabajen los políticos por nosotros? ¿De qué manera podemos hacer para que la mayoría se entere de los problemas de ellos y ellos conozcan los míos?

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