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Mostrando entradas de febrero, 2015

Curso de verano

Esa tarde cambió toda mi perspectiva del mundo, la presión de las miradas sobre mi funcionaron como una especie de cura. Como si mi personalidad hubiera sido aplastada como un tubo de dentífrico; se fue la vergüenza, o mejor dicho, se escurrió por las escaleras del edificio Francisco Márquez. Después de ese día no volví a temerle a las personas, comencé a ver sus ojos, a escuchar cada palabra que me dirigían, a mantener mis manos temblorosas firmes y sin sudor ante mi presentación o exposición de dudas. Aprendí a pedir dónde está el baño. Apenas duré una semana, ni siquiera tuve tiempo para recordar algún rostro, un nombre o una voz. Sé que los monitores usaban playeras polo, verde botella; shorts caqui y cachuchas con el nombre de la empresa bordado. Todos eran jóvenes, aunque en ese entonces me parecían cuasi adultos, pero puedo calcular que no pasaban los veinticinco años. Los monitores iban y venían corriendo, tomando de la mano en forma de cadena a todos los niños. Me pareció...

Cuando la conocí...

Es un hecho que todo mi gusto musical fue formado a través de su enseñanza indirecta. Toda la escuela del blues estaba detrás de ella. La primer época en que la conocí supe que su carácter oscilaba entre la tristeza y la ansiedad, ello nunca me alejó, estaba realmente atraído. Fuera de esos momentos era una mujer con una felicidad gigantesca. Reía a cada rato. La primer semana que pudimos estar juntos fue un tanto extraño, pero recuerdo todo el ánimo que desde el primer día dedicó a nuestra relación. Yo estaba asustado, indeciso, impulsado por la irreflexión; al contrario, ella se mantuvo razonable ante mi duda. Me decía que si no era el momento para iniciar algo juntos no habría ningún problema. En algún punto se desesperó, porque a la primer semana decidí alejarme de ella sin dar explicaciones salvo evasivas. Años después no puedo explicar qué es lo que quería. Ahora sé que la quería a ella, pero tenía miedo. Ella no, por lo menos no durante las primeras semanas donde fuimos más que...

Cuando la conocí...

Lo primero que se viene a mi mente es esa melena ondulada, desaliñada, deshidratada, una enredadera que se podía ver desde bastante metros a la distancia; un cabello castaño, que por aquellos años estaba pintado de negro. No podía imaginar otro peinado que no fuera aquel despreocupado aspecto. No sólo se reflejaba en el cabello, sino en los pies, en las manos... pero todo era a propósito, era evidente que todo aquello era una imagen perfectamente planeada. Nadie tiene el cabello tan desarreglado, si no es a través del meticuloso ejercicio de lucir diferente; porque lo era, tenía un brillo que la convirtió en la excepcional cantante que es hoy. Ya era actriz antes de que lo pensara. Tenía un carisma desbordante para abordar a las personas y entablar conversaciones. No conmigo, debo ser honesto, pero iba por aquí y para allá repartiendo sonrisas y buenos deseos. Por supuesto que estaba la parte irascible que no buscaba ocultar. Se largaba de una reunión o sin más meditación dirigía insu...