Si pudiera definir a mi abuelo en una palabra, sería: Calma. No se ganó tal sosiego por medio de prácticas religiosas, metafísicas, tántricas ni mucho menos. La calma surge en él con tanta naturalidad como crecen las hojas en los árboles. Nace en él una paz que envidiamos a veces, reímos de su lentitud ante las adversidades. Una vez no salió de su habitación en pleno temblor porque sus zapatos cafés no estaban a la vista "No encuentro mis zapatos cafés". Cliché de abuelo cariñoso. Abuelito de piel irrepetible durante todo el árbol genético: obscura de cafetal, cuerpo altivo con la espalda ancha como su humor. El mejor repertorio de chistes lo sacaba cuando estaba pasado con las copas; tragaba cerveza como nadie. Levantaba los vasos o embaces de cerveza hasta deshidratar todo. Cantaba tangos, escuchaba marimba. Sonreía esplendorosamente. A veces nervioso como todos tenemos un poco por aquí. En su juventud un casanova, no sé mucho de eso, pero sus hijos lo r...
Un espacio donde pongo todo aquello que escribo bajo el único criterio de relajarme. Encontrarás literatura, opinión o asuntos que no comprenderás, porque ni yo mismo a veces me entiendo.