Intolerancia. Eso es lo que a veces pienso que describe mejor las sensaciones que me causan otras personas. Y no que ellos sean los intolerantes si no yo. Me siento impotente ante su ignorancia sobre lo que yo conozco. Sospecho que debe ser inversa la emoción. Es que me frustro ante no poder expresar mis puntos de vista y ser entendidos. Como si todo estuviera amablemente construido y armónico en mi memoria, todo lo que veo a mi alrededor tiene coherencia según mi interpretación, pero cuando alguien expone algo opuesto todo se tambalea a mi alrededor. A veces aciertan profundamente y me siento aturdido, como si debiera revisar todo lo que he creído en los últimos momentos. Otras veces estoy convencido de su estupidez, sé que están errando y van con una sonrisa ingenua. Quisiera gritarles, más no ofenderles, a pesar de que eso pudiera ser el efecto no deseado, que están mal, que sus razonamientos están incompletos por lo que yo pudiera aportar.
Luego siento una incompetencia abismal, donde todo lo que pudiera decir se va diluyendo con la materia obscura. Saliendo oraciones ininteligibles, irrelevantes porque todos están aferrados a una idea a un dogma. Seguramente lo estoy también, pero procuro ampliar mi perspectiva dudar incluso del piso en el que estoy parado. Muchas personas no lo hacen, caminan sobre tierra toda su vida pensando que es agua. Por eso tengo miedo también. Es una incertidumbre con la que no puedo. ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Algo de todo esto tiene razón? ¿Qué es de mi? ¿Qué soy?
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