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Mostrando entradas de 2018

No quiero estudiar

Todas las mañanas era el mismo berrinche de siempre. Sofía no quería levantarse de la cama y tampoco ponerse el rasgado, y cada vez más chico, uniforme con el que iba a la primaria desde hace tres años. Justo ese año, el tercero de primaria, había sido el más difícil para Sofía: la presión de su mamá era tan intensa con el asunto de la lectura de compresión y las lecciones de matemáticas, que Sofía siempre lloraba cuando daban las cinco y tenía que abrir los ojos para ver la mirada de su mamá clavada sobre ella. —¡Apúrale, niña! ¡Vamos tarde!— —¡No quiero, no quiero!— Algunas mañanas habían bofetadas ante la negativa de Sofía, otras veces había jalones de pelo y, otras más, muchos gritos e insultos. De lunes a viernes la batalla matutina de Carmela por llevar a su hija a la escuela era una rutina inevitable. Ella solía decirse que pondría toda su energía para que Sofía estudiara y llegara hasta la prepa. Ese era la meta que fijaba en su cabeza antes de irse a trabajar al mercado a vend...

Oda al sudor

No, casi a nadie le gusta el sudor. No está bien visto por muchas razones, sobre todo entre las personas con las que convivo cotidianamente. El sudor es una capa, de las muchas que la gente tiene sobre sí mismas, y que se esfuerzan —o mejor dicho, todo lo contrario, no se esfuerzan— para que no aparezca. El sudor está mal. Dicen que genera mal olor, que incomoda, que convierte la piel en una superficie pegajosa, repugnante. Es la antítesis de una piel tersa, aséptica, sin brillo, como talco. El sudor, además, no sólo estropea la forma en la que se sienten las personas con su cuerpo, sino mancha, infecta, apesta y moja la ropa. Hace que se mire con desprecio a quien extiende los brazos y en su camisa hay una mancha de humedad bajo la axila. También se evita dar palmadas fraternales a quien sobre la espalda pasea una sombra formada con el líquido corporal. Se pide a gritos el aire acondicionado, porque es terrible ver que las gotas comienzan a descender desde la frente y la sien...

Quiero regresar

Es muy, pero muy extraño. No regresaba a este blog desde marzo del año pasado. No me aparecí por aquí desde esa fecha. Peor aún, no publico nada en este espacio desde el 6 de diciembre de 2016. Dejé morir este blog, o mejor dicho, le di la espalda a un compromiso que quise establecer con la escritura. Y eso me hace sentir mal, pero esa decepción no se compara con lo extrañeza que hoy sentí. Decidí volver a escribir, sobre lo que sea, con aquella libertad y motivación que tuve durante un tiempo considerable en este blog, tomando en cuenta mi estándares. No sé qué fue lo que pasó. Hace unos minutos estaba comiendo tacos, uno de bistec, y de pronto vino un pensamiento urgente por escribir, pero sólo aquí. Vine directo a la computadora a vaciar aquella revelación que tuve; que en realidad no tiene nada de novedosa, es algo que sé y saben todas las personas que desean dominar una disciplina: la escritura también es como un músculo, sino se ejercita termina por deteriorarse. Y es que m...