No sé si sentado, parado o en movimiento es más irritante esta sensación. Y no sólo para mi ánimo si no para toda la articulación. Es un ardor insoportable por su permanencia más que por la intensidad de la molestia. No es gran cosa, parece una exageración vista desde afuera, pero sólo quien experimenta la invalidez puede comprenderlo. Porque los movimientos cotidianos de pronto brotan en el panorama de la imposibilidad. Uno comienza a hacer valoraciones sobre el gusto de poder sentarse durante horas sin que la ingle quede infestada por una marabunta o caminar a los abarrotes sin petrificarse a la mitad del trayecto por una inservible pierna. Es fácil concluir que el dolor más pequeño puede convertirse en una carga inmensurable, porque altera la perspectiva del tiempo y el espacio No es el mismo dolor el que siente él al que siento yo, aún cuando se tratase del mismo síndrome o lesión. Por supuesto que tales percepciones son circunstanciales, dependen de otros factores: del clima, las...
Un espacio donde pongo todo aquello que escribo bajo el único criterio de relajarme. Encontrarás literatura, opinión o asuntos que no comprenderás, porque ni yo mismo a veces me entiendo.