La nota del día de hoy es sobre un estudio que publicó la OCDE donde aboran el tema de las horas que trabajan las personas al año y el bienestar con el que viven: servicio médico, educación, empleo, etc... También en el mismo estudio se encuentra un dato curioso: El 80% de los mexicanos está satisfecho con su vida. Por sí mismo ese hecho es atractivo para cualquier análisis. ¿Por qué somos felices con nuestra vida cuando todo parece desmoronarse al rededor? Hay información que demuestra que somos uno de los países más violentos en el mundo, estamos en los primeros lugares en índices de corrupción, no destacamos en educación, producimos poco dinero y decenas de primeros lugares más. Nada de eso parece hacer mutar el carácter estereotípico del Méxicano, un ser jocoso o festivo. Y eso me en lo personal me preocupa.
No es que tenga algo en contra de la felicidad de la población, qué bueno estar rodeado de personas alegres, pero la única respuesta que hallo a este sentimiento es la propia ignorancia. En realidad mucho del actuar del ser humano lo atribuyo a la ignorancia, algo que puede ser repetitivo y reduccionista, pero estoy convencido de ello porque la historia lo ha demostrado claramente: o actuamos buscando un efecto con toda la información a la mano o de plano nos dejamos ir por prejuicios, suposiciones e informaciones irreales. Y el mexicano de hoy en día parece actuar con la menor cantidad de información. Asiste al trabajo sin saber si lo que hace está teniendo un impacto real sobre su economía, ya no digamos la nacional. Si en realidad mi trabajo vale la pena realizarlo durante horas y horas. Acaso los trabajadores se preguntarán cómo se realiza su actividad en otro país o qué tipo de individuo lo hace, cómo hacerlo mejor (citando a Dr. House: Work smart, not hard...)
En algún punto esas cuestiones requieren tiempo y si el trabajo es agotador a nadie le importa, pero para ello existen profesiones y trabajos que buscan la reflexión. En mi caso como periodista estoy obligado a reflexionar sobre estos puntos e invito a cada trabajador que apachurre un poco más su realidad y la haga cruda. Que trabaje con hechos y no fantasías en las cuales espere un mejor sueldo, que la situación económica mejore mágicamente, que dios lo ponga en el lugar que merece. No. Somos pobres porque somos ignorantes no tenemos idea de cómo trabajar.
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