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Recuperando el ritmo

Hace pocos días me di cuenta que ya no había escrito casi nada en este blog. Al menos no con la frecuencia que tuve hace algunos meses. De pronto me di cuenta que estaba más sumido en otras tareas y pensamientos que en atender el ejercicio de escribir.

Se lo atribuyo a muchas cosas: falta de disciplina, falta de emoción, falta de ideas, falta de tristeza. Es como si estuviera vacío en términos de escritura. No quiero que se diluya mis ganas por contar historias, por escribir lo que siento (porque casi no escribo lo que pienso, de hecho reflexiono muy poco sobre lo que escribo, todo es el calor del tecleo). Quiero mantener alimentando este blog. Y en ese sentido, no me forzaré a completar un cuento, un poema, una guión de teatro o cualquier otro género que he publicado aquí. Hablaré de mi vida diaria, sin buscar un principio y fin.

Escribir de esa manera me recuerda a Eusebio Ruvalcaba, por citar a un escritor famoso, o a Samuel Segura, un compañero y amigo mío. Ellos escriben con una soltura formidable, hablan del día al día, sin temor a errar, sin temor a no contar algo relevante; ambos dejan en transparencia lo que ven, lo que sienten o lo que imaginan. Por el contrario, yo hago de mis ideas un tesoro de bóveda. Eso no sirve de nada. Las ideas de poco sirven si no transforman algo, si no pasan al papel o a la acción. Quiero hacer de mi escritura algo más vívido.

Por esas razones, y a propósito del inminente fin de año, actualizaré este blog con mayor frecuencia. Sé que la calidad bajará considerablemente, porque a veces habrán maquinazos, a veces historias interesantes, a veces patrañas, a veces exageraciones o banalidades, pero la suma de una escritura continua y metida al rigor de la disciplina dará como resultado un escritor más ágil, más aventurero y con mucho que contar.

Querido diez lectores, pues ese es el promedio de visitas que tienen mi blog, les doy una calurosa bienvenida a este espacio remodelado - en contenido - que espero disfruten cada día.

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