Ir al contenido principal

Frío y Caliente

Hay memoria muscular, memoria visual, olfativa, pero una de mis favoritas es la, ¿climática? No sé si exista y lo investigaré, pero lo de menos es el nombre, para mi lo importante es que la temperatura y las estaciones del año son un marco de referencia sumamente especial para mi. De hecho, soy muy malo recordando fechas como cumpleaños, los libros que leo, las películas que he descargado y las canciones que he escuchado. Me olvido de las reuniones con amigos, familia, pareja y de otros tantos eventos. No logro recordarlos con mucha nitidez, a menos que hayan sido especiales o me haya hecho énfasis en recordarlos. Hasta donde sé no tengo algún problema con la memoria, pero digamos que no soy muy ágil para acumular recuerdos ni detalles como otras personas lo hacen. Sé de casos que recuerdan cuántas personas había en una habitación de fiesta 4 meses después de que pasó. O las palabras exactas que dijo alguien en un reclamo o en una declaración de amor. Pero yo no soy así, no recuerdo mucho, no detalles, pero sí líneas generales. Y recuerdo especialmente aquello que sucedió con un clima específico. 

Recuerdo las veces que he llorado bajo la lluvia; las noches que he pasado enfermo. También recuerdo las veces que he cenado con la brisa que entra por una terraza. Tengo bien presente los primeros rayos de la mañana después de una borrachera maratónica. Puedo aun sentir el frío de hace quince años en el piso al dormir en una tienda de campaña. He corrido durante varios años decenas de kilómetros y puedo recordar esos días donde el calor era extenuante o cuando el vapor rodeaba todo mi cuerpo caliente por el frío intenso de la mañana. 

El clima quien sabe por qué es el contexto que necesita mi cerebro para asociar recuerdos, emociones e ideas sobre el pasado. Todavía recuerdo la primera vez que le declaré mi amor a una persona bajo una lluvia intensa de agosto. Pero también recuerdo una noche de poca humedad, sin viento, sin movimiento, cuando mi hermano murió. Y me pregunto si él habrá notado el clima de aquella madrugada, que por lo que sé, era húmedo, con una neblina sumamente espesa, allá donde respiró por última vez. 

Y es que con la temperatura es como si se me pegaran más fácil que los colores, el tono de las voces, las caras o las palabras. O simplemente la temperatura resalta como marca textos lo que está sucediendo a mi alrededor. Ahora entiendo a Spike Lee en Do the Right Thing sobre cómo el racismo, ya de por sí insoportable, se puede calentar aun más con la incomodidad de una ola de calor. En mi caso no el racismo, pero sí puedo certificar que los malos y buenos ratos se acentúan con el clima. A veces requerimos del frío en medio del calor para soportarlo y disfrutarlo, abrazarlo y asolearnos sin reproche. Una cerveza helada. En otras ocasiones se suplica por una cobija extra para dormir cómodamente o se extraña el poder de una fogata en una noche de invierno a cielo abierto. 

Espero que el clima, aun con todas sus variaciones y cambios erráticos antropocéntricos, siga siendo la huella en mi memoria que no se borra con facilidad. Le agradezco al viento, el sol, los frentes fríos todo lo que han revelado. Porque a diferencia de lo que somos y entregamos los humanos, el clima se ve más sólido, más consistente y especial cada vez. A veces inclemente, a veces apacible y otras impredecible, pero continúa dando vida a las plantas, ayudando a los animales a migrar y dándole belleza a todos los paisajes que existen. 

Espero recordar años después, al leer este texto, el pequeño calor que comienza a brotar en la ciudad. El invierno está muriendo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Comida de recuerdo

Y ahora que estoy un poco más lejos, de tiempo y lugar, cómo extraño comer con mi madre. A veces solo extraño la comida, a veces el silencio y a veces la compañía. A veces extraño las tres: una comida deliciosa, una plática larga sobre cualquier tema o un enorme silencio que tranquiliza y ayuda a sopesar mejor las ideas. Mi madre nunca fue una gran conversadora, en el sentido de abrir la charla, profundizarla, narrar grandes historias o acompañar la sopa con hazañas imborrables. A veces solo nos mirábamos, y ella tan silenciosa como yo. Solo el sonido de las cucharas chocando la porcelana y el gorgoteo de la jarra sirviendo agua de fruta. Las burbujas del agua hirviendo para el café o el té de manzanilla. Y también el canto de los pajaritos que nos espiaban desde la ventana, como queriendo escuchar lo que decíamos. Pero no decíamos nada. Solo estábamos concentrados en saborear la comida, y tal vez en planear nuestro día. Porque, aunque mi madre no decía mucho, yo sabía que pensa...

El lugar del miedo y la ambición

Durante los últimos meses ha sucedido algo extraño en mi forma de pensar y se ha reflejado en lo que es este blog y en la idea sobre la que fue concebido. Con un poco de decepción pienso que mi impulso literario ha desaparecido. Las historias que tenía en mi cabeza y que quería redactar en este sitio, de pronto dejaron de ocupar espacio en mi cerebro. Fue un secado creativo, un drenado de literatura. Ya no leo ficción, ya no me obsesiono con personajes y formas de narrar una historia. No busco buenos reportajes, ni las plumas más destacadas en los medios de comunicación me interesa. Ignoro los mails que me mandan las editoriales y mi biblioteca apenas si ha crecido con nuevas adquisiciones de cuentos, novelas, ensayos e incluso ciencia.  Todo ha sido, poniéndolo en términos informáticos, como un formateo. Se borraron mis viejas programaciones y fueron instalados otros programas que me llenaron de nuevos conceptos y formas de ver el mundo. Y esto no es una queja, es una especie de n...

Espiral 1

 Desde la óptica de sus padres, se le dio todo. O más exactamente, se le dieron todas las convenciones sobre la "buena" y "mala" crianza. A veces mezclada, a veces con un compromiso que solo surge del amor: apoyo, acompañamiento, diálogo, esquematización, horarios, mano dura, empatía, guía profesional, psicólogos, terapias, cinturonazos, trapazos, paciencia, dedicación, escucha, libertad, normas, libros de autoayuda, actividades al aire libre, espacio personal, integración familiar, experimentación individual o en familia. Se le ofreció todo con el único objetivo de hacerlo sentir apoyado y amado. Se le preguntó y escuchó sobre todas sus inquietudes, desde niño hasta cuando ya era mayor y plenamente consciente de todas sus decisiones. Nunca se le retiró el apoyo directo o parcial, porque simplemente no podían hacerlo sus padres. Era su primogénito, primera y última razón para seguir adelante.  Algunas veces intentaron renunciar a él. Guardaron la distancia, fingiero...