El diablo está en los detalles, dice un dicho. No creo que sólo el diablo, más bien todas las personas. Ahí encontramos una manera de expresarnos y de comunicarle sutilmente al mundo que estamos aquí.
Los detalles creo que son el eslabón que nos va atando a una comunidad, a un movimiento o a un estado colectivo. Sin los detalles no habría manera de contar nuestra historia y nuestro presente. Me explico:
Hay gente que se reconoce con otros por un tipo muy específico de tatuaje, por una marca de zapatos, la mochila de moda o el símbolo de un músico en común.
Los detalles también revelan de dónde venimos y lo que sufrimos o hemos llorado. Como la cicatriz de una cirujía, la deformación de una parte de nuestro cuerpo o la manera de caminar y desgastar los zapatos. También se revela nuestra obsesión por la belleza, como un corte de cabello hiper-simétrico o unas pestañas muy erguidas y obscuras que nadie más se atrevería a usar.
Sin detalles podríamos extraviarnos en la generalidad. Esa puede ser la razón por la que no toleramos estar desnudos o callados sin expresar lo que pensamos. Hay una necesidad de subrayar lo que creemos y consideramos importante. Detalles. Una forma de hablar, un color favorito, un tipo de cigarrillos, un libro, una canción favorita. De otro modo, somos muy similares. Humanos al fin, sí con detalles en la altura, tamaño de los homóplatos, extensión de partes del cuerpo, pero detalles no realmente importantes como los que sí elegimos mostrar u ocultar para personas especiales.
Los detalles son el motivo de crítica y la búsqueda de identidad. Nos irrita y no logramos comprender, porque el gusto por un tipo de comida es motivo de orgullo, mientras que a nosotros nos parece repulsivo. Señalamos y nos burlamos por cómo se viste una persona o cómo se comporta. Y al mismo tiempo pasamos horas refinando nuestros gustos y obsesiones.
Hay personas que dicen ser tolerantes y abiertas a todo tipo de personas, pero los detalles arruinan todo: una palabra, un tipo de humor, una idea o costumbre.
También hay detalles que pasan inadvertidos, pero que en conjunto construyen una comunidad inmensa:
- Los que no toleran la velocidad
- Los que traen pelo de gato en la ropa
- Los que no soportan el contacto físico en el metro
- Quienes saludan de mano a todos sus conocidos
- Los que hablan con la boca llena
- Los que no paran de hablar de sí mismos
- Los que creen en el amor
- Los que nunca han lavado sus tenis
- Las personas que escuchan la música muy fuerte
- Quienes se bañan con agua muy caliente
- Aquellos que viven de pensar en el pasado
- Los que sólo viven el presente
Detalles que va uniéndonos y causando conflicto con las personas.
Bueno, hasta hay una canción llamada Detalles de Roberto Carlos. Ahí dice que los detalles son "tan pequeños de los dos, son cosas muy grandes para olvidar". Y tiene razón, pues nadie olvida el ruido que hace alguien a entrar a nuestra casa: nuestro hermano, papá, mamá o pareja. Nadie olvida esa pequeña palabra que nos hizo explotar y nunca reconciliarnos con alguien.
Las palabras son detalles para decirle a alguien que la amamos o que no nos importa. La mirada que soltamos a alguien que extrañamos también es sutil, pero realmente importante. O también dejamos de apreciar los detalles cuando ya estamos enganchados en otro estado mental: un "te extraño", un "qué buen trabajo", dejan de importar.
Los detalles transforman todo. Disfrutemos de esas pequeñas accidentes.
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