Ir al contenido principal

Los resfriados de invierno

El peor síntoma de la gripa común es la gotera interminable de la nariz. Ya han pasado más de cuarenta y ocho horas y sigo raspando mi nariz con papel doble hoja. Por lo pronto la cantidad de moco es menor con mejor consistencia, ya se sostiene por sí mismo sin resbalarse sobre todo el labio superior. Bigotes de moco. En mi casa da igual la vanidad, llevo casi media hora con el fluido reposando sobre mi boca. ¿A quién le importa? No besaré a mi novia porque espera a que llegue el refrigerador nuevo a su domicilio. Hoy no es día de entrevista laboral, ni siquiera tendré que pasear por las calles con el resorte saliendo y subiendo a las fosas al ritmo de inhalar y exhalar. Podría estar toda la tarde con el moco sobre mi piel y nada pasará. Porque eso es mejor que limpiarlo indefinidamente y lastimar la piel, dejarla roja y con la peor sensación de irritación. Intenté limpiarme con pañuelos desechables, papel sanitario con diseño exclusivo para piel sensible ... la mejor opción fue una camisa de algodón lista para lavarse el sábado por la tarde.

Regresé después de varias horas. No soy el más fluido con la escritura. El moco sí lo es. Se ha quedado estancando dentro de la nariz, sus intentos por escapar son más bien vanos porque necesito apenas unas pocas inhalaciones para retraerlo. Aunque el exceso de aquella técnica ha llevado a provocar un ligero, pero castrante, dolor de cabeza. MALDITA CEFALEA!!!. No importa, confió en el curso natural que tiene una gripa: nace casi anonimamente, se presenta sin intenciones devastadoras, después, crece y se fortalece. Sube por todo el cuerpo te mira por debajo del hombro, sonríe y guiña el ojo con sorna. Al siguiente día está temblando, se repliega a no sé cuál lugar. Después huye para no acercarse hasta otro momento de debilidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Comida de recuerdo

Y ahora que estoy un poco más lejos, de tiempo y lugar, cómo extraño comer con mi madre. A veces solo extraño la comida, a veces el silencio y a veces la compañía. A veces extraño las tres: una comida deliciosa, una plática larga sobre cualquier tema o un enorme silencio que tranquiliza y ayuda a sopesar mejor las ideas. Mi madre nunca fue una gran conversadora, en el sentido de abrir la charla, profundizarla, narrar grandes historias o acompañar la sopa con hazañas imborrables. A veces solo nos mirábamos, y ella tan silenciosa como yo. Solo el sonido de las cucharas chocando la porcelana y el gorgoteo de la jarra sirviendo agua de fruta. Las burbujas del agua hirviendo para el café o el té de manzanilla. Y también el canto de los pajaritos que nos espiaban desde la ventana, como queriendo escuchar lo que decíamos. Pero no decíamos nada. Solo estábamos concentrados en saborear la comida, y tal vez en planear nuestro día. Porque, aunque mi madre no decía mucho, yo sabía que pensa...

El lugar del miedo y la ambición

Durante los últimos meses ha sucedido algo extraño en mi forma de pensar y se ha reflejado en lo que es este blog y en la idea sobre la que fue concebido. Con un poco de decepción pienso que mi impulso literario ha desaparecido. Las historias que tenía en mi cabeza y que quería redactar en este sitio, de pronto dejaron de ocupar espacio en mi cerebro. Fue un secado creativo, un drenado de literatura. Ya no leo ficción, ya no me obsesiono con personajes y formas de narrar una historia. No busco buenos reportajes, ni las plumas más destacadas en los medios de comunicación me interesa. Ignoro los mails que me mandan las editoriales y mi biblioteca apenas si ha crecido con nuevas adquisiciones de cuentos, novelas, ensayos e incluso ciencia.  Todo ha sido, poniéndolo en términos informáticos, como un formateo. Se borraron mis viejas programaciones y fueron instalados otros programas que me llenaron de nuevos conceptos y formas de ver el mundo. Y esto no es una queja, es una especie de n...

Espiral 1

 Desde la óptica de sus padres, se le dio todo. O más exactamente, se le dieron todas las convenciones sobre la "buena" y "mala" crianza. A veces mezclada, a veces con un compromiso que solo surge del amor: apoyo, acompañamiento, diálogo, esquematización, horarios, mano dura, empatía, guía profesional, psicólogos, terapias, cinturonazos, trapazos, paciencia, dedicación, escucha, libertad, normas, libros de autoayuda, actividades al aire libre, espacio personal, integración familiar, experimentación individual o en familia. Se le ofreció todo con el único objetivo de hacerlo sentir apoyado y amado. Se le preguntó y escuchó sobre todas sus inquietudes, desde niño hasta cuando ya era mayor y plenamente consciente de todas sus decisiones. Nunca se le retiró el apoyo directo o parcial, porque simplemente no podían hacerlo sus padres. Era su primogénito, primera y última razón para seguir adelante.  Algunas veces intentaron renunciar a él. Guardaron la distancia, fingiero...