domingo, 3 de febrero de 2013

Los toqueteos de la ciencia

Esto que escribiré servirá para mi investigación y se sabrá un poco más de mi. Probablemente muera mañana o cualquier día dentro de 60 años - más o menos la esperanza de vida - y revisen esto para constatar qué fue de mi respecto a la ciencia. No he descubierto nada que otra persona lo haya hecho ya, o tal vez, ni siquiera me he dado cuenta. Tampoco tengo la certeza de cuándo descubrí la ciencia y todo lo que es e implica. Sé que nunca conocí a dios, ni a los espectros con los que pretendía mi hermano mayor asustarme, a pesar de haberles temido durante algunos meses. Menos se me erizaron los pelitos del antebrazo con historias de inframundos, resucitados o entes flotantes. Desde pequeño había en mi cierto escepticismo hacia los relatos de la gente, fueran fantásticos o tan simples como la historia de cómo se bebe licuado de mamey por la mañana. Creo que ahí se formó un filtro donde las misas dominicales, las encomiendas a dios de mis padres, la brujería de mi tía, los amuletos regalados, sólo fueron simplezas para mi. Sí contenían una rayita de credibilidad porque a fin de cuentas lo decía mi madre o mi padre (el principio de autoridad). Con el paso de los años las cosas se iban ensanchando más y más. Experimenté el gusto por las matemáticas, luego se vio frustrado por mi indisciplina y profesores, debo decirlo, mediocres. 

En la adolescencia mis calificaciones bajaron hasta puntos críticos. Definitivamente: un estudiante corriente. Las calificaciones nunca me interesaron, las revistas sí. La primera vez fue en la peluquería. Cada domingo, cuando el cabello ya estaba muy crecido, me sentaba en esos sillones frente al gran espejo. Toda la papelería a la derecha: revistas de moda, periódicos de años pasados, periodismo de espectáculos y una Readers Digest y una Muy Interesante. La segunda, más que la primera, hizo que dejara pasar a dos señores más, se cortaron el cabello y casi estaba por terminar la revista. Aquel número hablaba sobre los agujeros negros o un tema similar. En ese instante no pude imaginar que estaba leyendo sobre ciencia. Aquel adolescente era incapaz de definir una de las actividades más espectaculares ever!! Simplemente recorría todos los párrafos asumiendo con honestidad la ignorancia sobre muchos temas. Más concentrado que en las aulas de la SEP. Si hoy lo pienso, la ciencia de las revistas me atrapó porque era algo distinto, grandioso, no retazos de información como las clases de química o física. 

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