martes, 18 de marzo de 2014

Perrillas

Tengo pendiente otra historia por aquí, pero hablando por teléfono me surgió una urgencia por otro tema más interesante. Es un retrato de dos seres que amo mucho.

No quisiera hablar del favoritismo, porque sé que ella me detendría en seco y diría que no tiene predilección por alguna. Las dos son sus grandes compañeras, son como dos trozos de su vida, una etapa por cada una. Su corta vida le permiten hacer una mejor síntesis de lo que ella es ahora. No sólo como dueña de "unos animales", si no en su relación con otras actividades: la ópera, la universidad, la preparatoria, la familia. Las mascotas son una parte fundamental para ella. En la forma que ella trata con sus "niñas" es posible ver la calidad humana de la que goza. Porque si creen que es más fácil tratar con un animal, se equivocan, se requiere paciencia, empatía que no todos están dispuestos a asumir con otra especie. A una persona puedes gritarle, castigarle y humillarle. A un perro no puedes hacerle eso cuando sabes que ese procedimiento es incompatible con todo su desarrollo, sólo sería un martirio innecesario. Sólo se puede entender ello cuando lo vives de cerca. Y es que ella ve cualidades que afortunadamente no existen en los humanos, si no perderían su encanto. Siempre dice que son como niños. Limitados por su filogenia, tal vez envidiados por muchos milenios: una corazón joven, lleno de alegría y curiosidad. 

Son batería para ella, se desvive por ellos. Acaso eso es condenable. Para nada, es legítimo como aquellos que aspiran al dinero, la fama, el conocimiento. Ella me enseño a amar a través de ellos. 

Para Lidia, Vodka y Daisy. 

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