lunes, 28 de julio de 2014

Golpes

Es como el pinche box, la verdad. Ni más ni menos, no podría compararlo con otra cosa, porque son unos nervios tremendos los de la primera vez, te van a romper la madre, de esos estás seguro, pero la adrenalina te hace subir, también el cariño que le tienes a este deporte, es bien rudo, pero legítimo como pocas cosas en el quehacer humano. No hay injusticia cuando dos personas en las mismas condiciones se suben a romperse el hocico, ambos están expuestos a quedar tendidos en la lona, si bien te va caes sin que te des cuenta; si no traes chispa, percibes con todos los huesos y cada músculo cómo se va compactando aquella roca sobre tu mandíbula, sientes que se va rompiendo el hueso, que algo te hace "crack". Por eso se pelea con inteligencia, se baila al ritmo del otro cabrón sin perder la vista sus piernas, sus brazos, su cabeza, su cintura, TODO. Es muy pendejo el peleador que no puede ver más allá de una imagen miniatura; el plano general te da la anticipación que tienen los grandes. Hay reflejos, pero hay más predicción, es puro cerebro este deporte y en parte una mecánica memorizada con mucho entrenamiento. Como en la vida, sabes que alguien te va a golpear porque ya lo estudiaste, sabes cómo se maneja, si es tibio o es un hijo de la chingada. Aunque a veces la soberbia de uno sobre la tarima te hace perder, cuando crees que ya conoces todos sus movimientos te viene semejante trancazo, como un estatequieto. Te lo mereces porque no hay rival pequeño, además la suerte puede estar del otro lado, por cualquier situación, la moral se duplica si acaba de nacer su bebé, si su hermano salió del bote, o todo lo contrario, se murió su bebé mientras su hermano estaba siendo remitido. Nunca sabes lo que hay del otro lado por eso es muy sabio el dicho de que no hay enemigo pequeño. Cuando menos te imaginas se acaba de lanzar con semejante mazo sobre el estómago o la mandíbula. Es mejor quedarse callado hasta que venga tu turno para golpear, ser contundente que haya claridad sobre tu dominio, mientras no tienes derecho a humillar porque las palabras no son nada frente a un rival que se sabe quitar cada golpe, le haces puro aire sobre el rostro. Y el tampoco tiene derecho a nada. Es mejor que cada uno se aplaste sobre el banquillo, pida consejo sobre el presente y futuro, porque lo único que vale es resortear sobre las piernas, aguantar y golpear en pocos minutos. También es sabio retirarse, pedir que avienten la toalla o decidir no salir más. No hay vergüenza en ello, sí frustración, coraje y un poco de miedo, pero siempre es lo mejor. Es contacto puro y duro, pero no hay necesidad de tanta salvajada. Claro que hay idiotas, se baten hasta terminar como papilla; después se bajan y dicen que fue por sólo un poco. Al final cada quien se va con la mitad de la verdad, dentro es difícil darse cuenta quién golpeó, quien esquivo, quién rindió, quién dio, quién caminó, quién sufrió más. Aún así se puede ser honesto y derecho, decir, sabes qué, la cagué, me ganaron, no supe aprovechar, me dejé, lo dejé... lo que tu quieras. ¿Verdad que es como el box? 

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