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Mostrando entradas de octubre, 2014

Un viejo olor

Ya me habían dicho, pero no lograba convencerme. Me pedían que hiciera algo al respecto, lo que fuera, con tal de sacarme esa estela que dejaba donde sea que estuviera. No quería ser un cometa, no quería dejar rastro de mi presencia. Si por mi fuera me hubiera ocultado durante un tiempo hasta que las cosas se normalizaran, pero no pude. Todo sabían que estaba presente junto con el aroma del pasado. ¿Huelo a desechos? ¿A mierda? ¿A qué huelo? Es todo lo que podía reclamar. Quería una respuesta simple. No sabía a qué olía. Pensé que a nada bueno porque me compadecían. No se ofendían a mi alrededor, pero me tomaban por el hombro y decían "No hay nada atrás" "Con el tiempo, sólo con el tiempo". Todos sabían que estaba ahí, detrás de mi, impregnado sobre mi cuerpo, en cada actividad que yo hacía. Fuera reposo o esfuerzo siempre la esencia estaba ahí. Yo lo no lo percibía, pero la mueca de quienes me conocen hablaba por sí sola, de su desazón por mi olor. Mis amigos se i...

Algunas impresiones sobre la bici

La bici ha sido bastante importante en estos tiempos turbulentos, a lo mejor, porque se requiere equilibrio. Uno necesita afianzarse bien a ella, manejarla con suavidad para no caer por la izquierda o la derecha. A mí me ha mantenido en movimiento, ha hecho que mi vida no se detenga aún cuando creía que me había estrellado contra un gran muro (todo esto es una metáfora). La primera vez que la tomé me encontraba en un estado de ira, no podía correr, no podía caminar porque siempre había dolor en mí (esto no es una metáfora); entonces, la bici me ayuda a recorrer tanta distancia como quiero. Me emociono, el dolor se esfuma y recupero confianza. Pronto me obsesiono y quiero ir más lejos, más rápido. Equilibro la bici y mi vida, todo parece perfecto. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que cuando creo que todo va bien, en realidad todo va mal o saldrá mal. Y es que eso sucede porque cuando todo parece bien es porque yo me siento bien; no miro a mi alrededor, no me concentro en los ...

Que se maten los perros

Hijo de su repinche madre, ahorita que lo vea le voy a romper toda su puta madre, hijo de perra. Iba sobre la acera echando humo, nadie le contestaba la mirada "Al Paco", si alguien lo hubiera hecho, ahí mismo le tiraban los dientes por entrometido.  "Al Paco" nadie le decía qué hacer, es de esas personas que tienen la mecha corta y en ese momento sólo se contenía porque faltaban pocos minutos para batirse. A ver si muy sabroso, puto. Donde me salga con una chingadera, yo tiro plomazos valiendo verga. El muy puto siempre se esconde con su jefa, pero a la verga, a los dos me los trueno. No durmió en toda la noche, sólo pocos minutos cuando el sueño le vencía, cuando se daba cuenta de su estado somnoliento tomaba un poco de coca, la peinaba con el cuchillo que su mamá utilizaba para picar la verdura y se metía tanto polvo como fuera necesario. Así se aventó más de cinco horas, por eso ahorita traía los nervios crispados, pero bien macizos para una cosa nada más. Que...

Léeme

Por Arlen Cabello y César Palma “ Léeme” decía el papel que encontré debajo de mi puerta y detrás de él no había nada. Me sentí como Alicia en el país de las maravillas, pero esos eran frascos y había que tomarlos. Miré detrás del papel y no había nada más que leer, supuse que se trataba de un error. De todas formas ya era tarde y con la prisa cotidiana últimamente no da tiempo de pensar en nada. Tomé mis llaves y cerré la puerta tras de mí. Comencé a bajar las escaleras y de nuevo apareció en mi mente la hoja con la instrucción “Léeme”, ¿De qué se trataría?  La vecina me dio los buenos días lo cual distrajo mi atención, le contesté y seguí bajando apresuradamente. Eran ya casi cuarto para la hora, si me tardaba cinco minutos más, con el tráfico de la ciudad, llegaría media hora tarde. El auto seguía en el taller debido a un desperfecto provocado por dos baches sin tapar, mi continua distracción al volante y en general en la vida. Por lo tanto, tenía que tomar un tax...

Cinco cosas de mí

1. Cuando estoy triste o enojado no disfruta nada mejor que escuchar un poco de música. Entra por los oídos y se extiende por todo mi pecho, me reconforta. También los abrazos, pero es más fácil presionar "play", además tienen diferentes duraciones, según me plazca. 2. La soledad es como uno de mis grandes alimentos, me mantengo callado y no tengo que explicar ni justificar nada ante nadie. La soledad me ha permitido conocer lo que realmente me gusta, en este estado he hallado mis aficiones. Nunca me ha da miedo estar solo, me da más miedo disfrutar una compañía. 3.  Cuando estoy escribiendo una historia - ficción - sólo quisiera hacer eso toda mi vida. No me interesa otra cosa que inventarme personas, situaciones; me calma el ánimo, ayuda a desaguar todo lo que me ahoga, por ahí se maximiza mi felicidad. En cada párrafo dejó un poco de mí, qué me gustaría ser, qué no me gustaría ser, cómo quisiera que fueran los demás. Después me doy cuenta que cada párrafo no es lo sufi...

Noche en Salzburgo

Rosetta: Una cantante de ópera sobre el escenario del Großes Festspielhaus, toda la Orquesta Mozarteum detrás, el público atento y emocionado por la ocasión. Un programa que incluye Idomeneo y Las Bodas de Fígaro.  La interpretación va excepcional, el escenario es su hábitat, cuánta confianza, por fin dejó de preocuparse por el vestido; no piensa más si le hace ver los brazos discordantes con el talle y el tronco en general. Lo único en lo que piensa es si podrá dar sin impurezas el Fa sobreagudo; todo el mes estuvo ocupada en ello y hoy es la gran noche. Sabe que lo logrará, pero tiene miedo del público, no de los aficionados, sobre todo de los autonombrados "críticos" que están en la primera fila. Al mismo tiempo, ellos la impulsan a dar la mejor interpretación, observa sus rostros desabridos mientras les dice para sí misma "Los reto a subir al escenario para que intenten, y a ver si pueden alcanzar, una pizca de lo que yo tengo aquí, si pueden dominar un escenario co...

Lluvia

Lluvia, así se llamaba una compañera de clase, irónicamente no tenía nada de límpida ni clara, creo que era turbia y bastante nebulosa. A nadie le permitía acercarse, con muecas repelía cualquier intento, por eso algunos decían al respecto en hipérbole y mofa "Lluvia Marina... Huracán Ramírez". Era fuerte e introvertida, eso la hacía enigmática para mi. Me interesé pronto en todas las respuestas que podría dar si algún día rompiera con sus votos de silencio, sabía que había grandes cosas en ella, sólo hacía falta ganarme su confianza. Intenté un poco de todo, le cedía mi lugar para que ocupara el pupitre más cómodo y limpio, le obsequiaba dulces y café, recogía los objetos que tiraba por accidente, intenté hablar con ella de la manera más cordial (sonrienteimpersonalluegoadustoáspero) hasta que al final opté por ganarme su atención a través de la indeferencia con la intención de formar un lazo en común, dejé de hablar y mirarla por un mes, quise emular un ser retraído, pero ...

El 2 de Octubre una fiesta guadalupana.

La marcha del 2 de octubre ya no me parece un acto político, me parece más un acto religioso: hay imágenes, genuflexiones, ídolos, alabanzas, letanía, incluso dogmas me parece. Es muy colorida, pero al mismo tiempo opaca por el desgaste implacable del tiempo y la repetición. Tendríamos que pensar, entonces, si es la celebración de una tradición o una declaración política. Me parece que no hay sustancia en todos los banderines, cánticos, reclamos y movilizaciones. Más de uno me refutara, no hay problema, pero mi apreciación cambió mucho en las últimas tres marchas que he estado, dos como estudiante y una como egresado de una universidad pública. Seguramente eso influyó, pero así es como vi la marcha del 2 de octubre: Llegué todo el Eje Central, pensé que no habría mucho movimiento porque estaban todavía abiertos muchos locales, pero en el cruce con Madero y Juárez encontré un grupo de la UACM. Rápido contagiaron a los peatones, brincaban y cantaban a todo pulmón, me imaginé que vend...