Lluvia, así se llamaba una compañera de clase, irónicamente no tenía nada de límpida ni clara, creo que era turbia y bastante nebulosa. A nadie le permitía acercarse, con muecas repelía cualquier intento, por eso algunos decían al respecto en hipérbole y mofa "Lluvia Marina... Huracán Ramírez". Era fuerte e introvertida, eso la hacía enigmática para mi. Me interesé pronto en todas las respuestas que podría dar si algún día rompiera con sus votos de silencio, sabía que había grandes cosas en ella, sólo hacía falta ganarme su confianza. Intenté un poco de todo, le cedía mi lugar para que ocupara el pupitre más cómodo y limpio, le obsequiaba dulces y café, recogía los objetos que tiraba por accidente, intenté hablar con ella de la manera más cordial (sonrienteimpersonalluegoadustoáspero) hasta que al final opté por ganarme su atención a través de la indeferencia con la intención de formar un lazo en común, dejé de hablar y mirarla por un mes, quise emular un ser retraído, pero nada de eso sirvió. Permanecía en esa postura obtusa, irremediablemente estoica. A la par de mi decepción el cariño que sentía por ella creció, también la distancia se alargaba entre nosotros, su silencio era para mi una maniobra evasiva, ella ganó al fin. No tenía más voluntad para gastar. Estaba siendo devorado por una energía muda. No pude hacer nada, lo único que más o menos me calmaba era salir a caminar bajo la lluvia.
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