jueves, 29 de enero de 2015

Razones para matar

Autor: César Palma

Personajes:

- Verdugo: Un hombre corpulento, entre veinticinco y treinta años.
- Cinco hombres de rodillas con sábanas cubriendo el rostro, de espaldas a su verdugo.
- Dos hombres armados flanqueando al verdugo.

Época: Actual

Lugar: Alguna zona cerril de México

(Ninguno de los hombres arrodillados emite sonido alguno. Los hombres que los custodian permanecen de pie sin retirar las armas que apuntan en dirección a las cabezas de los cautivos. Se aproxima el verdugo hasta los hombres y permanece de pie en medio de todo el grupo)

Verdugo: !No mamen¡ Las pinches cuatro de la mañana. ¿Qué no tienen nada que hacer? La verdad es que no me los esperaba. No me jodan. Ya estaba durmiendo, estaba con mi mujer. Me encabrona este tipo de cosas, pero ni modo de decir que no. Me llegó la llamada, vi el número y no podía simplemente colgar. Ustedes, en cambio, sí podían simplemente no pasearse por aquí. Qué necedad la suya. No se cansan cabrones, una y otra vez van a caer en lo mismo, nada va a cambiar. Si vienen a pasear las nalgas por aquí van a terminar conmigo. Una y otra vez. La pregunta es ¿Quién se va a cansar primero? Ya van como quince cabrones que nos tronamos en menos de dos semanas. Con ustedes serían veinte. Esto es pura matazón a lo pendejo. No hay de otra, si no mueren ustedes, seguro soy yo... mejor ustedes.

¿Por qué esto no me sorprende? Son la misma gentuza, siempre. Sin conocerlos sé tanto de ustedes. Nada más con verlos a primera vista: brazos frágiles de adolescente, ropa nueva, de la más cara, o de la que les alcanza... ¿Cuánto les pagan? Una mierda estoy seguro. Esbeltos, prietos, puro pinche lángaro jodido. ¿Qué sienten que ahorita les voy a clavar una pinche bala? Peor, por unos pinches pantalones nuevos. Carajo, también los entiendo. Uno se siente lo máximo trayendo lo mejor, no hay duda, pero hasta yo me lo he preguntado ¿Vale la pena? Porque aquí ustedes valen verga.

Sus jefes ya pagaron por adelantado. ¿Me explico? Siempre se sabe si van a vivir o morir pedazos de mierda como ustedes. ¿Cuánto les puso a su muerte? Cinco mil, diez mil, a lo mucho. Yo creo que hasta menos... si ya nos tronamos a quince, el valor tiene que bajar. Puro pinche perro que no vale nada, ustedes no valen ni una bala. ¿Saben cómo matamos al grupo anterior?

(Se inclina ante uno de ellos y busca una respuesta. No obtiene nada)

A puro pinche machetazo. Yo no lo hice, pero vi a estos dos cabrones cortando sus cabezas como si fueran unas piñas, algo así se me figuró. No tengo la sangre para esas madres; una bala es limpia, yo diría que más humana. Con lo otro se me hace un regadero si no sabes cómo hacerlo. La otra vez este pendejo no supo cómo cortar y se le fue el filo directito sobre el hombro de un cabrón, el pobre desgraciado no dejaba de gritar y llorar, el pinche machete metido a la mitad, yo creo que apenas atravesó un poco el hueso. Estuvo muy bueno, pero no siempre se está con el estómago y el humor para esas madres.

¿A poco no es una buena razón para usar una bala?

(uno de los sujetos arrodillados se orina)

!Ah, no mames¡ ¿Por qué mierda haces eso?

(Sale un gemido del hombre orinado y sobreviene un disparo)

Ven lo que les digo. La bala es rápida, ni la sintió. No había razón para que se miara el cabrón. Esto es rápido. No sé qué tanto chingados lloran y piden perdón. Aquí no cabe nada de eso. Además la muerte ni duele... duele más el orgullo y la putiza que les metieron. JA JA JA.

!Quítale la pinche máscara a este¡ Quiero verlo.

Mira nada más, puro pendejito. No tengas miedo cabrón. Pa'qué chingados lloras, ya valió madres todo, hasta deberías sentirte medio feliz. A todos nos toca parejo. A huevo que yo también me abro, no más pienso cuándo me van a torcer, pero no por eso ando chillando. Uno sale a rifarse, a partirse la madre para vivir bien. Tú yo, estos dos cabrones, tus compañeros, tus papás, todos... Ojalá hayas vivido bien ¿Cuántos años tienes? ¿Quince, diecisiete?... a ver dime ¿Cuánto culitos te echaste ya? Si son pocos, qué pendejo. Yo procuro dos o tres veces por semana y trato de mantenerme relajado.

(El verdugo abre una pequeña caja metálica y saca cocaína que después inhala sobre la tapa de la misma caja)

No es fácil darle cuello a varios cabrones. ¿Me entiendes? No porque te importen o te preocupes, o sea difícil, es muy fácil, sino más bien porque sabes que tus posibilidades de vivir disminuyen por cada vida que quitas. No es que alguien los vaya a vengar, a poco crees que tus pinches papás jodidos van a venir a buscarme o alguien más... Pero se que alguien o algo más grande va a cobrar esa deuda. No sé, son asuntos muy complicados que no va a entender un chavo pendejo como tú o como el mión de tu compañero. Pero hay algo importante en todo esto, que aunque se acorte mi vida, voy aventajado por cada cabrón que me trueno. Tú no llegarás hasta donde yo... Vivir más es una razón poderosa.

(Se oye un disparo más)

Recojan a esos dos por favor. No soporto el pinche olor... Rápido, antes de que se orine este cabrón también o se les salga la caca.

(Los dos hombres arrastran los cuerpos y salen de escena)


Ya sólo faltan ustedes tres cabrones.

(Nuevamente inhala más cocaína, más rápido. Retira la máscara del siguiente individuo)


!No me chingues¡ Me acabo de echar a tu hermano y no me dices, por que no dijiste nada. Qué pinche insensible eres, cabrón. Se está jodiendo tu raza frente a tus ojos y te quedas ahí como pendejo. ¿Era tu hermano mayor? Pues le calculo que unos cuatro años ¿Cierto? No importa. Es lo que le decía antes sobre la vida. Que el tiempo vale pa pura madre frente a la muerte; cinco o diez años no hacen gran diferencia. Al menos así lo veo yo. Yo también tengo un hermano, más viejo, pero más chingón. Lo respeto. Ese cabrón se fue de la casa desde bien chiquito, así como tú más o menos, pero se dedicó a trabajar de lleno. Se mantuvo solito desde bien joven. Me intentó echar la mano, pero no es mi giro eso de andar bien cuadradito. Cada quien sabe lo que le conviene. Ni se ha de imaginar lo que hago porque hace un chingo de tiempo que no lo miro, ni a mi madre. Eso es bueno de ustedes, que anden juntos... bueno, andaban. A mi me hubiera gustado andar con mi hermano así. Si no le faltaron huevos para dejar la casa y salir a delante por su cuenta, no me imagino todo lo que hubiera podido hacer conmigo. Aunque tal vez fue lo mejor, así lo respeto más, no que aquí... pura pinche traición. Es normal, digo. Funcionan más fáciles las cosas cada quien viendo por lo suyo. Uno vive y muere por lo suyo. Y a ti ya te tocó cabrón.

(Un tiro más)

JA JA JA. ¿Parece puro pinche regaño, verdad? La verdad es que me gusta platicar. Mi mujer dice que hablo mucho, que no doy chance para los pensamientos de otros, ni los de ella. Me dice que nada más me importa lo que yo digo. Puede que tenga razón, y eso está jodido. Hay que saber escuchar para poder responder. ¿Me entienden? Es como lo que ahorita pasó. ¿A poco no esos dos cabrones son buenos para hacer preguntas? Pero son todavía mejores para sacar respuestas. Espero que ustedes hayan hablado largo y tendido, porque ya no hay marcha atrás, aquí se acabó todo lo que pudieron haber dicho. Si algo me encabrona es que me pidan perdón, que me hablen de sus hijos, sus hermanos, su pinche madre... Las palabras valen madre, las acciones los trajeron aquí ¿No? Y las acciones los van a llevar de vuelta. Si las palabras significaran algo más que sonidos, tu hermano reviviría, pero no. Inténtalo, levántalo diciendo alguna pendejada. ¿Verdad que no? Ésto vale más...

(Un tiro más sale de la pistola. Los hombres llegan con las manos y brazos llenos de sangre)

Dos hermanos, qué desperdicio. Entiendo cuando uno se mete a la mierda y no depende de nadie, pero andar los dos en la misma porquería es demasiado para mi. Como les dije, yo me alejé de mi hermano y lo alejé de mi. No tenía caso. Ahora lo único que tengo es mi mujer y nada más. Y he sido bien claro con ella: Un día me va a tocar. Ni te espantes, ni te enojes, ni hagas nada. Tú sigue tu vida, consíguete otro cabrón y sé feliz. Eso sí, le he dicho que chingaderas ahorita no voy a tolerar. Aunque me cargue la chingada no pasa nada, todo va a seguir igual. Este pinche trabajo cualquiera lo puede hacer. Me he dado cuenta con el tiempo de eso. Si yo me quiebro, cualquiera de estos dos puede hacerlo. Ese cabrón, por ejemplo, está loco. Nada más ve sus pinches manos. Si lo que sobra es gente dañada. Nada más hay que vernos a nosotros, no somos los seres más puros y cuerdos. Tú, otro pinche ignorante jodido, estos dos pendejos igual, y pues yo igual. No hay diferencia, la única es que tú estás de rodillas y nosotros de pie. ¿Me entiendes? Es la relación del poder, bien nosotros pudimos ir a joder allá de donde vienen y ahorita estaríamos en la pinche tierra, cagados y orinados. No fue así.

!Dame tu pinche arma¡.

Mira, lo que quiero decir, es que ahora sin su arma, él no es nada. Al menos hay un equilibrio de fuerzas más justo, cabrón. Yo no sé, pero a lo mejor eres más chingó a puño limpio, o puede ser que no, pero la diferencia es mínima. Con una pinche arma cambia todo. ¿Entiende? Son mamadas que no te sirven de nada, pero que son importantes. No sé, ayer me cayó el veinte de eso. Ha de ser de ver tanta pinche masacre a lo pendejo. Pero saber qué, esto es lo que me gusta...


(Se escucha un último disparo)
























No hay comentarios:

Publicar un comentario