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Comida de recuerdo

Y ahora que estoy un poco más lejos, de tiempo y lugar, cómo extraño comer con mi madre. A veces solo extraño la comida, a veces el silencio y a veces la compañía. A veces extraño las tres: una comida deliciosa, una plática larga sobre cualquier tema o un enorme silencio que tranquiliza y ayuda a sopesar mejor las ideas. Mi madre nunca fue una gran conversadora, en el sentido de abrir la charla, profundizarla, narrar grandes historias o acompañar la sopa con hazañas imborrables. A veces solo nos mirábamos, y ella tan silenciosa como yo. Solo el sonido de las cucharas chocando la porcelana y el gorgoteo de la jarra sirviendo agua de fruta. Las burbujas del agua hirviendo para el café o el té de manzanilla. Y también el canto de los pajaritos que nos espiaban desde la ventana, como queriendo escuchar lo que decíamos. Pero no decíamos nada. Solo estábamos concentrados en saborear la comida, y tal vez en planear nuestro día. Porque, aunque mi madre no decía mucho, yo sabía que pensa...
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Espiral 1

 Desde la óptica de sus padres, se le dio todo. O más exactamente, se le dieron todas las convenciones sobre la "buena" y "mala" crianza. A veces mezclada, a veces con un compromiso que solo surge del amor: apoyo, acompañamiento, diálogo, esquematización, horarios, mano dura, empatía, guía profesional, psicólogos, terapias, cinturonazos, trapazos, paciencia, dedicación, escucha, libertad, normas, libros de autoayuda, actividades al aire libre, espacio personal, integración familiar, experimentación individual o en familia. Se le ofreció todo con el único objetivo de hacerlo sentir apoyado y amado. Se le preguntó y escuchó sobre todas sus inquietudes, desde niño hasta cuando ya era mayor y plenamente consciente de todas sus decisiones. Nunca se le retiró el apoyo directo o parcial, porque simplemente no podían hacerlo sus padres. Era su primogénito, primera y última razón para seguir adelante.  Algunas veces intentaron renunciar a él. Guardaron la distancia, fingiero...

Ensayo sobre la estupidez

 Ya llevaba varias semanas planteándome este tema. Primero no sabía si tenía las credenciales, la habilidad con la escritura y la experiencia para hablar sobre ello. Luego me di cuenta que sí. No al nivel que manejan otros personajes de la historia, de la vida pública, de nuestros amigos o familia. Porque la estupidez creo que florece como la genialidad, en los momentos y lugares menos esperados. Pero creo que soy más o menos competente para hablar sobre la estupidez. Podría decir que llevo esa bendición y mis errores han sido de todo tipo, algunos costosos, otros vergonzosos y muchos más simplemente anecdóticos. Y de hecho eso es lo increíble de los errores, siempre se recuerdan y eso no impide que los repitamos una y otra vez. Repetirlos es lo que nos hace estúpidos. Tropezar con la misma pierda (¿acaso hay otra forma más clara de concluir algo sobre el comportamiento humano). Hay canciones al respecto de la estupidez: fábulas, poemas, libros, pasajes, películas; existe de todo s...

Frío y Caliente

Hay memoria muscular, memoria visual, olfativa, pero una de mis favoritas es la, ¿climática? No sé si exista y lo investigaré, pero lo de menos es el nombre, para mi lo importante es que la temperatura y las estaciones del año son un marco de referencia sumamente especial para mi. De hecho, soy muy malo recordando fechas como cumpleaños, los libros que leo, las películas que he descargado y las canciones que he escuchado. Me olvido de las reuniones con amigos, familia, pareja y de otros tantos eventos. No logro recordarlos con mucha nitidez, a menos que hayan sido especiales o me haya hecho énfasis en recordarlos. Hasta donde sé no tengo algún problema con la memoria, pero digamos que no soy muy ágil para acumular recuerdos ni detalles como otras personas lo hacen. Sé de casos que recuerdan cuántas personas había en una habitación de fiesta 4 meses después de que pasó. O las palabras exactas que dijo alguien en un reclamo o en una declaración de amor. Pero yo no soy así, no recuerdo mu...

Seco

Desde hace días no tengo ideas. Aunque supongo que sentarme a escribir es un tipo de idea. Pero una idea muy simple y la única idea que se me ha ocurrido en varios días. Todos los demás días han sido automatismos. Comer, trabajar, dormir, cenar, bañarme, transportarme. Movimientos y tareas que no requieren de creatividad, inventiva o nuevas propuestas. No cambio de ruta, no me deslumbra la arquitectura de los edificios como solían hacerlo. No concentro mi mirada en los transeuntes, ni me invento historias de los pasajeros del camión. No se me ocurre tema de conversación con mis vecinos y amigos. Tampoco he cambiado de champú y no tengo ideas para cambiar de corte de pelo.  Sin embargo, ahora escucho más y pongo perfecta atención a lo que me cuentan, pero me limito a asentir sin emitir muchas opiniones o razonamientos. Y no es porque no quiera, sino porque no puedo. Para opinar se requieren ideas, pero no tengo nada que decir; de hecho, aunque el tema sea sumamente interesante, no l...

El lugar del miedo y la ambición

Durante los últimos meses ha sucedido algo extraño en mi forma de pensar y se ha reflejado en lo que es este blog y en la idea sobre la que fue concebido. Con un poco de decepción pienso que mi impulso literario ha desaparecido. Las historias que tenía en mi cabeza y que quería redactar en este sitio, de pronto dejaron de ocupar espacio en mi cerebro. Fue un secado creativo, un drenado de literatura. Ya no leo ficción, ya no me obsesiono con personajes y formas de narrar una historia. No busco buenos reportajes, ni las plumas más destacadas en los medios de comunicación me interesa. Ignoro los mails que me mandan las editoriales y mi biblioteca apenas si ha crecido con nuevas adquisiciones de cuentos, novelas, ensayos e incluso ciencia.  Todo ha sido, poniéndolo en términos informáticos, como un formateo. Se borraron mis viejas programaciones y fueron instalados otros programas que me llenaron de nuevos conceptos y formas de ver el mundo. Y esto no es una queja, es una especie de n...

Una carta para mi

 En cinco días cumplo 31 años.  ¡Qué chingados! Me imagino que decirlo es muy ridículo a mi edad, pero también creo que es lo que dicen todos los humanos que ingresan a la siguiente década de su vida: cómo vuela el tiempo.  Dejar detrás diez años más es una huella implacable del tiempo. El inicio y fin de un ciclo. Un ciclo que no sabemos dónde terminará, pero que está andando y va a sumar buenas y malas experiencias.  En mi caso creo que han sido más las buenas experiencias que los desazones. Suelo decirle a mi novia que me siento muy orgulloso porque he tenido una vida sumamente feliz. Muy plena y satisfactoria en todos los sentidos. Fui un niño feliz, un adolescente arrogante y orgulloso, un joven curioso y siempre feliz; pero también, por lo que llegaron a gritarme o decirme con la mirada otras personas, fui: egoísta, distraído, cínico, mustio, serio, desesperante, indolente, culero y otras más. Todo eso aún lo conservo en mi memoria. Es una bolsa de buenos y mal...

Vivo en las estrellas

No es algo que sólo suceda en las películas o en los libros. Realmente dan ganas de salir y mirar las estrellas en el cielo. Es terapéutico. Yo lo hago cuando me entra la soledad. A veces sí me siento abandonado, pero mirando el cielo, me pregunto por qué me siento abandonado si yo fui quien abandonó todo. Tuve una familia, un empleo, una esposa, un auto, un seguro de vida y todas esas cosas que deseamos y por las cuales trabajamos. Y preferí dejar todo eso a un lado, le digo al cielo. Ni el cielo y las estrellas me responden. Tal vez es eso lo que me hace sentir abandonado, que no hay ningún eco de lo que pienso, maldigo o recuerdo. En el cielo, tan inmenso, todo se disuelve y se pierde en la oscuridad.  Al cosmos no le importa si paso hambre, si el agua moja mi colchón o si los moscos sobrevuelan dentro de mi casa toda la noche. Y ni a los moscos o a mi estómago les interesa lo que sucede en Alpha Centauri; unos quieren beber sangre y el otro quiere un poco de lo que sea. Estas i...

Está en los detalles

El diablo está en los detalles, dice un dicho. No creo que sólo el diablo, más bien todas las personas. Ahí encontramos una manera de expresarnos y de comunicarle sutilmente al mundo que estamos aquí. Los detalles creo que son el eslabón que nos va atando a una comunidad, a un movimiento o a un estado colectivo. Sin los detalles no habría manera de contar nuestra historia y nuestro presente. Me explico: Hay gente que se reconoce con otros por un tipo muy específico de tatuaje, por una marca de zapatos, la mochila de moda o el símbolo de un músico en común. Los detalles también revelan de dónde venimos y lo que sufrimos o hemos llorado. Como la cicatriz de una cirujía, la deformación de una parte de nuestro cuerpo o la manera de caminar y desgastar los zapatos. También se revela nuestra obsesión por la belleza, como un corte de cabello hiper-simétrico o unas pestañas muy erguidas y obscuras que nadie más se atrevería a usar. Sin detalles podríamos extraviarnos en la generalidad. E...

La costumbre de mirar atrás

Hoy mientras venía caminando a mi casa, me di cuenta, o mejor dicho, volví a pensar en un hecho que a la luz de los años será una curiosidad o síntoma de nuestros tiempos, pero que hoy en día es algo tan natural y tan penoso a la vez: voltear hacía atrás, mirar de reojo para cerciorarnos que nadie nos sigue. Hoy por ejemplo, bajé del camión y volteé con el reflejo que he desarrollado desde quién sabe qué época de mi vida. Esto lo hacía, según recuerdo, cuando iba a la secundaria. Al salir de noche, caminaba a la avenida, acompañado de mis amigos, y giraba levemente mi cuello para saber que nadie andaba detrás de nosotros. Había historias de que los ladrones de la colonia contigua se ocultaban entre los árboles del parque y camellones para salir y quitarnos todo lo poco que podríamos traer. Con esa idea anduve varios kilómetros hasta llegar a la prepa. Y ahí tampoco dejé de mirar hacia atrás. Caminaba tal como le indican NO HACERLO a quien sufre de vértigo y asciende alguna cima: ...