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El 2 de Octubre una fiesta guadalupana.


La marcha del 2 de octubre ya no me parece un acto político, me parece más un acto religioso: hay imágenes, genuflexiones, ídolos, alabanzas, letanía, incluso dogmas me parece. Es muy colorida, pero al mismo tiempo opaca por el desgaste implacable del tiempo y la repetición. Tendríamos que pensar, entonces, si es la celebración de una tradición o una declaración política. Me parece que no hay sustancia en todos los banderines, cánticos, reclamos y movilizaciones. Más de uno me refutara, no hay problema, pero mi apreciación cambió mucho en las últimas tres marchas que he estado, dos como estudiante y una como egresado de una universidad pública. Seguramente eso influyó, pero así es como vi la marcha del 2 de octubre:

Llegué todo el Eje Central, pensé que no habría mucho movimiento porque estaban todavía abiertos muchos locales, pero en el cruce con Madero y Juárez encontré un grupo de la UACM. Rápido contagiaron a los peatones, brincaban y cantaban a todo pulmón, me imaginé que vendrían cerca, tal vez del plantel de Fray Servando. Tomé algunas fotos y pedalee hasta el metro Garibaldi. Ahí estaba el Comité 68 alentando a los asistentes e intentando sin resultado organizar a las escuelas que iban llegando poco a poco.

- Necesitemos que nadie marche delante del comité, tenemos que estar organizados para comenzar -

Me pareció un acto de teatro, llamaron al público varias veces hasta que por fin inició la marcha, aunque creo que fue más influyente la lluvia grande y gorda que comenzó a caer. Y así inició el desfile. El mar de gente entró al túnel que cruza Reforma, caminaron a paso lento, pero constante. Aún así, desde el principio se segmentó el gran contingente, se rompió en un gran grupo de la UACM, UNAM y Chapingo. Hasta ese momento sólo pude distinguir a ellos, después comprendí el verdadero tamaño que tuvo la convocatoria.

Caminé hasta el puente para observar cómo por arriba cómo cruzaban. Quise un lugar sobre la jardinera que tiene una vista excepcional del Eje Central, pero todo estaba acaparado por fotógrafos de otros medios. Pensé que si tan sólo dejaran un instante su chaleco con la óptica podríamos entrar todos, pero eso no pasó. Esperé hasta hallar un lugar vacío y que el agua menguara, no era intensa, pero me preocupaba mi cámara. Algunos fotógrafos improvisaron fundas con bolsas o camisas, pero yo no tenía nada de eso a la mano, compré un impermeable "tipo gabardina" de a diez pesos. La señora fácil sacó trescientos pesos en los minutos que estuve ahí. No parecía importarle que debajo de nosotros corrían porras anti capitalismo, tampoco a un grupo de chavos que inhalaban como cualquier pelado de la delegación Cuauhtémoc. Inhalamos durante un buen rato, irremediablemente me quité porque me sentía ya un poco mareado por el hornazo que me llegaba directo a la nariz, además el agua había desaparecido casi por completo y un lugar en la jardinera se abrió frente a mis ojos. Subí y pude ver la serpiente de personas fusionándose en el horizonte con el Chiquihuite y la Nonoalco Tlatelolco.

A nadie le interesó más la vista desde ahí, todos bajamos y caminamos en dirección al Eje Central. Caminé hasta el Bombay, un antro de rap a lado del metro Garibalidi, muy cerca de Tepito, ahí habían más personas observando desde el otro extremo del puente. El eco que provocaba el túnel multiplicaba las gargantas de los contingentes. La emoción escurría por todo el eje. Otros jóvenes se daban vuelo con las latas de spray, pintaron un pared que recuerdo hace tres años estaba dedicada al "Puto Calderón" hoy a los estudiantes de Ayotzinapa y al "Narco Estado Mata Estudiantes".

El cuadro era realmente distinto, en esta ocasión no había granaderos, no vi ninguno. El año pasado recuerdo dos filas inmensas flanqueando el paso de las personas. Creo que eso ayudó a relajar la tensión en el lugar. Los mariachis observaban atentos y uno que otra señora sí se ponía histérica cuando venía el juego de hacer un carrera corta a mucha velocidad. Los perros ladraban desde los techos y pensiones, pero no los pitbull de los sujetos con camisa sin mangas. (Los canes me hicieron recordar algo que no tenía que ver con la marcha, pero sí sobre las apuestas. Un día en la mañana pasaba por el Eje 2 Norte y me dijo mientras señalaba un espécimen fortísimo de color negro "Cuánto le pones a éste, gallo")

Me fui por República de Perú para encontrar a todos cuando entraran al Zócalo. Sabía que no habría violencia, creo que todos. De pronto sí habían explosiones, pero sólo hacían saltar los nervios sin caer en pánico. Los fotógrafos se desesperaban, ya no sabían qué tomar, excepto mantenerse muy cerca del grupo anarquista. Calles más adentro del primer cuadro lucían como un lunes o martes por la mañana, algunos paseantes y los comercios apenas abriendo, en este caso, cerrando. Los trabajadores desorientados, tenían que cerrar, pero no podían irse a casa, sólo esperaban desde las cortinas a que todo terminara. Los turistas tomaban fotos desde lejos y quien podía lo hacía desde la comodidad de un balcón.

Cuando el Comité 68 dirigió a la multitud por 5 de Mayo era como si la grabación se repitiera. El arengador del autobús repitió "neoliberalismo" más de quince veces. Otras palabras como "gobierno" pudieron escucharse durante todo el trayecto, no sólo ahí sino más atrás, durante varios minutos y metros, según se calculara la distancia. Sin embargo, la energía se mantenía constante en las mismas personas de cada contingente, me parecieron profesionales de la protesta. En sus rostros se veía cómo era real la ira contra el gobierno, no importa a qué parte del gobierno se refirieran, si como una abstracción o la administración pública o a los funcionarios, no lo sé, y no creo que alguien lo pudiera responder. Por otra parte sí había personas con demandas más específicas, particulares y bien focalizadas: bomberos del DF despedidos "injustificadamente" o la liberación de José Alejandro Bautista Peña

En toda esta sopa de manifestantes, me llamó la atención los miembros de la CNTE. Hace un año lograron centrar toda la atención, concentraron sus fuerzas en la plancha del Zócalo, después desplazados al Monumento a la Revolución, pero hoy 2 de octubre apenas sí hacían ruido. El megáfono más o menos los hacía visibles, pero el rostro de la mayoría expresaba cansancio. Sin duda no podrían haber manejado la vanguardia. 

Salir a las calles cansa, quienes no podían caminar un poco más descansaban donde sus piernas decidieran. La plancha del Zócalo fue haciéndose pequeña mientra los asistentes desfilaban por el circuito hacia el sur y doblaban al norte para acomodarse. La pobre banda de viento - de no recuerdo en el poblado de origen - estaba siendo aplastada por los ancianos del Comité 68. Desde las tarimas les pidieron tuvieran cuidado con la banda; los desorganizaron y sacaron un poco de compás. Tocaron "Dios Nunca Muere" de Macedonio Alcalá. La melodía cambió por completo la atmósfera, los cánticos ya habían sido reciclados durante horas, la pieza caía como anillo al dedo, sobre todo para los mayores. Los dones elevaron el puño hacia el cielo y algunos sembraron lágrimas en el cemento del Zócalo. 

Lejos del escenario, seguían llegando más jóvenes y vendedores. Algunos entraban como toros en corrida. Era una fiesta y eso disgustaba a algunas personas que veían con decepción. "Estamos recordando algo que fue muy triste, no jugando".  Las palabras de la señora me hicieron observar de distinta manera. ¿Qué celebramos? La venta al por mayor de refresco preparado, "muerte al maldito gobierno", a los estudiantes, al medio ambiente, el ser "combativos", mentarle la madre a la "oligarquía y neoliberalismo". No sé. El evento fue tan heterogéneo que cada quien ve el 2 de octubre como quiere y puede. Los ancianos lloran a sus amigos, novias y compañeros. Los anarquistas rompen un vidrio, los periodistas ganan una primera plana. Algunos estudiantes "no olvidan la historia". Los granaderos no tuvieron que rifarse hoy, evitaron madrear y ser madreados. A pesar de todas las quejas que pudieron lanzarse hoy y las charlas acerca del "mal gobierno", lo que vi fue un cuadro multicolor que reúne individuos con las ideas más bizarras, inteligentes, erradas, acertadas y excitantes sobre la historia. Todas las personas pudieron estar en contra de ese intangible "El Gobierno" y pidiendo a gritos la aclamada "Democracia Popular" sin darse cuenta que tal vez estamos viviéndola ya, a lo mejor en sus formas más precarias, no como quisiéramos, pero es real la participación. Lo malo, es que todo sigue siendo similar a un acto religioso: el 12 de Diciembre, el 2 de Octubre.  

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